Caminé por el resto de la manada mientras intentaba no pensar en Miles. Era persistente, si es que algo. No podía pensar en ninguna razón por la que me mantuviera aquí, aparte del hecho de que obtenía algún placer enfermizo al verme sufrir. Y, con la forma en que ha cambiado en los últimos años, no me sorprendería si se hubiera convertido en una especie de masoquista. Odiaba que las cosas entre Harley y yo probablemente estuvieran arruinadas ahora. La forma en que me había mirado me había dolido. Había creído las palabras de su futuro Alfa. Pero, ¿quién no lo haría? Él era el futuro Alfa. La mayoría, si no todos, le creerían. ¿Por qué dudarían de él? Era el favorito de la manada, el niño dorado. Ja. Poco sabían que lo único dorado de él era el reflejo de sus ojos satánicos resplandeciente