“Muy bien, ya eres tú Bill, cuatrocientos. Más que eso y me estoy cortando mi propio cuello”, dijo Goldman, pasando un dedo por su garganta. Hodges dejó pasar el momento, dejó que Mori Goldman se balanceara en el viento unos segundos más y luego asintió con la cabeza. Momentos después, el trato se hizo con un apretón de manos. "Ah, por cierto... Casi lo olvido. Apareció un mensaje para tí la semana pasada. Hodges levantó la vista mientras contaba su p**o en efectivo. Mori Goldman fue una de varias 'caras' que se alegró, por una pequeña tarifa, por recibir mensajes no oficiales para Bill Hodges, criminal profesional. El gordo comerciante de diamantes rebuscó en el cajón de su escritorio y sacó una postal con escenas de Margate en el frente, entregándola. Hodges vio la escena en el f