El tono de llamada de mi teléfono móvil me despierta, miro el reloj de pared y veo que ya son las ocho. He estado soñando con Juan, él me señalaba la puerta de la calle riendo, de pie, y yl de rodillas trataba de alcanzarle pero cada vez estaba más lejos. Cuando por fin tocaba su pantalón descubría que en realidad estaba tocando una cortina, y que él estaba mucho más lejos que antes. Me llevo una mano a la mejilla y me doy cuenta de que está bañada en lágrimas. ¡Hasta cuando sufriré por un hombre que no me merece! Mi teléfono sigue sonando, por lo que me limpias las lágrimas y respondo la llamada. —¿Sí? —¿Jacqueline? —Sí, soy yo. —Buenas tardes. Soy Sophie, la modista. Esta tarde teníamos una cita a las siete para hacer una de las últimas pruebas para el vestido de novia y como