3 CHANCE “¿Terminemos con esto?” repitió Rosa con la voz llena de sarcasmo y sorpresa. La pequeña fiera acababa de empezar. Ahogué una sonrisa, sabiendo que solo haría que su ira se convirtiera en un tornado enardecido si la miraba, pero amaba su espíritu. Ese espíritu, sin embargo, la había puesto en un montón de problemas y ahora no sabía si quería estrangularla o besarla. La estúpida y bella mujer no tenía sentido común al haberse aventurado sola por la noche. Por supuesto, cualquier hombre la agarraría y haría lo que quisiera con ella. Yo quería hacerlo. Lo había querido por mucho más tiempo del que debería, pero me tomé mi tiempo, pero al menos mis intenciones eran honorables. Ni siquiera la había tocado hasta hoy. Me había mantenido alejado, pues temía hacer algo precipitado, como