El ruido es ensordecedor, la gente grita emocionada, me siento tan orgullosa de verlo ahí parado, tocando el bajo y cantando en compañía de los chicos, es emocionante escucharlo. — Hola, señora Wilding, venga conmigo, por favor, debemos llevarla a los camerinos — me dice una chica que tiene una tarjeta de organizadora. — Gracias — caminamos por unos pasillos, los chicos salieron por el lado contrario al que me encontraba yo, alguien le pregunta a la chica sobre unos equipos y tardan más de quince minutos en ubicarlos. Seguimos nuestro camino y llegamos a una zona donde se encuentran algunos periodistas y luego entramos a un gran salón, el ruido y la cantidad de gente es increíble, hay muchas chicas y el alcohol corre como el agua, busco con la mirada a Jacob. No estamos bien, desde que r