En el presente, una semana antes de mi boda
— ¡Hola querido! ¿Tendrías una pastillita para el dolor de cabeza porfa? — Esa soy yo todos los lunes, pidiendo pastillitas para el dolor, es que tengo dos amigas a las que no sé cómo soporto, ni porque les sigo la corriente y quieren ir de juerga todos los fines de semana, que ya tengo 26 años por Dios y no estoy para estos trotes.
— Mira, deberías dejar de salir con tus amigotas los findes – Me responde Lucas, mi lindo compañero de trabajo, soy delineante, en realidad soy arquitecta y trabajo como delineante porque cuando hace más de tres años, empecé a buscar empleo por primera vez, solo me llamaron a una entrevista en este despacho de arquitectos y para el puesto de delineante, acepte encantada y prometí continuar buscando un trabajo como arquitecta y aquí estoy tres años después, sigo en lo mismo y no he hecho hasta ahora ninguna búsqueda, de nada. Tampoco quiero aceptar la ayuda de mis padres que tienen bastante influencia en la ciudad.
— Tienes toda la razón — lo beso en la mejilla — Siempre la tienes, pero lo que no tienes es dos amigas como las mías, a ver si te les escapas — Empieza a reírse a carcajadas, luego baja el volumen cuando ve pasar a Mari, nuestra compañera dibujante amargada.
— Mira, te ha llegado un correo certificado — Me lo entrega y yo reflexiono sobre quien puede enviarme un correo certificado a la dirección de la oficina.
— No entiendo por qué me llega aquí y no al apartamento — murmuro mientras lo abro — ¿Qué? — grito, siento que no tengo aire y voy a morir en los próximos 30 segundos.
— Mira, ¿qué te pasa hermosa? — me pasa inmediatamente un vaso con agua.
— Carlos, va a matarme, estoy segura — me paso el vaso por la frente, estamos en invierno, pero yo siento que hace un calor extremo, lo he dicho, voy a morirme.
— Pero ¿Qué pasa Mira? Me tienes con el corazón en la boca — No, Lucas no es gay, le encantan las mujeres, es más, le gustan tanto, que nunca puede decidirse, solo que es dramático, pero en este momento necesito de su drama, de su amor, de sus ideas.
— ¡Lucas! — Exclamo — Que me han enviado un documento donde me informan que mi expediente matrimonial no es válido porque yo… — Tomo aire, juro que no puedo respirar — porque… — lágrimas se deslizan por mis mejillas y el pobre de Lucas no sabe qué hacer, se acerca a mí y me abraza, yo rodeo su vientre y entierro mi cara en él, espero que nadie pueda vernos en esta posición y mucho menos la tonta de Mari — Ya estoy casada, Lucas — digo mientras intento no ahogarme en lágrimas.
— Lo siento Mira, pero no he entendido — me dice delicadamente mientras me acaricia el cabello.
Carlos debería ser así de paciente y comprensivo, así no tendría problema para decirle las cosas.
— Que estoy casada Lucas y han hecho la demanda de registro del matrimonio acá en España — Lucas se inclina y levanta mi cara, su expresión de impresión me hace dar ganas de reír — Yo le pedí que anulara el matrimonio y se supone que lo había hecho.
— Es una broma, ¿verdad? — se ríe y camina hacia su escritorio — de verdad me has hecho flipar, no es bueno para mi pobre corazón, comenzar la semana así y menos cuando no tuve mi dosis de sexo matutina del lunes.
— ¿Tienes una dosis de sexo matutina los lunes? — le pregunto impresionada
— Claro, todos los lunes, eso es sagrado y los otros días también. Pero la del lunes es la más importante porque empiezas tu semana laboral con buenas energías — creo que de verdad habla en serio, igual de serio que mi anulación de mi expediente matrimonial.
— Y ¿Por qué hoy no tuviste? — le pregunto más interesada en su vida s****l que en la mía, aunque como mi vida s****l es casi inexistente, no vale la pena pronunciarla.
— Porque terminamos muy agotados, anoche, ya sabes — me mira como si yo tuviera todas las respuestas — La chica era una de esas traviesas que quiere que le den y le den toda la noche, en todas las posiciones, donde sea, que en el cu…
— Gracias, gracias — levanto mi mano y giro mi cara por la expresión que Lucas comenzaba a hacer con su cara y boca — He comprendido, estaban agotados.
— Exacto — me responde y sonríe — Bueno, ahora después de toda esta exaltación y de la broma superpesada que me hiciste, pongámonos a trabajar — se gira hacia su computador — Deberías ser actriz, es que te creí por completo.
— Lucas, es que es verdad — voltea a mirarme — Que han solicitado el registro de mi matrimonio, que fue llevado a cabo en los Estados Unidos y han hecho la solicitud a mi nombre.
— Me estás jodiendo — me dice y yo niego con mi cabeza y mis ojos vuelven a humedecerse — pero si te casas el próximo fin de semana — se lleva las manos a la boca.
— Por eso mismo, creo que Carlos va a matarme — Le digo angustiada.
— ¿Crees que alguien suplantó tu identidad? — Lo miro como si se estuviera volviendo loco
— No Lucas, es que en realidad si me casé — golpeo mi cara contra mis brazos — pero te juro que pensaba que Jacob lo había anulado.
— ¿Cuándo? — empieza a hacer cálculos en su cabecita llena de hermosos rizos — ¿En tu despedida de soltera adelantada? — afirmo con mi cabeza, sin querer levantarla de mis brazos y el escritorio — Por eso siempre te digo que no sigas las locuras de tus amigas.
— Pero es que ellas no saben — le digo
— Y ¿cómo le hiciste entonces para casarte y que ellas no tuvieran ni idea? — Me mira interrogante levantando sus dos cejas, es un gesto muy raro y gracioso, me hace reír — te estoy hablando en serio, Miranda — me habla en un tono de voz áspero, seco.
— Porque se fueron detrás de los chicos de esa banda que les encanta — nunca recuerdo el nombre del grupo — El grupo, ese que tiene nombre francés y que a ti también te encanta.
— ¡Déjà vu! — me dice
— Ese, nunca he entendido por qué tienen un nombre francés si son americanos — en serio, son raros los chicos.
— Porque dos de los cuatro integrantes son franceses. Por eso — me explica — ahora deja de irte por las ramas y dime entonces que pasó ¿Cómo es eso de que te dejaron tirada el día de tu despedida de soltera? — Suena indignado — Es que no comprendo por qué las consideras tus amigas.
— Pues que se fueron y me dejaron sola en un bar — pienso en algo y le pregunto a Lucas antes de que se me olvide, es que en algunas ocasiones me disperso con rapidez — ¿Crees que, si hablo con Jacob, se puede anular el matrimonio, antes de mi boda con Carlos?
— Parece un trabalenguas. Imagino que el dichoso Jacob es tu esposo — me dice — Y ¿Cómo lo vas a contactar?
— Hay una copia del acta de matrimonio con sus datos y los míos — Le muestro — Y bueno — hago una pausa — yo tengo sus datos, vive en San Diego — Lucas me mira como si no me conociera — ¿Crees que debería ir directamente o llamarlo?, es que solo me quedan 5 días antes del matrimonio ¡Dios mío! ¿Qué voy a hacer?
— ¡Oh my God! — Lucas empieza a saltar y a aplaudir — Miranda ¿Sabes con quién te has casado? — Me pregunta, mientras está revisando el acta.
— Si, claro, con este chico que conocí… — No me deja terminar
— ¡Miranda! Que es el bajista y uno de los vocalistas de “Déjà vu” nuestra banda favorita — ¿Que está diciendo?
— No es mi banda favorita, ni siquiera los conozco — le respondo automáticamente y luego me paralizo.
No puede ser cierto, la verdad es que sí me imaginé que pasaba algo raro con su trabajo, pero no que era un cantante y mucho menos de la banda favorita de las chicas.
— ¿Te acostaste con él? — me pregunta como si fuera un viejo chismoso
— ¿Por qué? — No lo había pensado — Mierda, ¿quieres decir que no podré anular el matrimonio, ¿verdad? Dios no es suficiente con haberle sido infiel a Carlos otra vez, sino que ahora no puedo anular el matrimonio.
— ¿Otra vez? — me dice Lucas en tono severo — ¿Quién eres tú y que has hecho con mi dulce, despistada y fiel amiga?
— Creo que se quedó enterrada en una playa de la costa Brava — le digo mientras intento mirar que puedo hacer.
— Miranda — Me hace poner de pie, yo no soy baja, mido 1.70 metros y hoy llevo unas botas de caña altas, así que estamos casi a la misma altura, no puede intimidarme — Me estás diciendo que te acostaste con el cantante de nuestra banda favorita en la costa Brava?
— ¿Qué? NOOO — Le respondo
— Espera ¿Lo hiciste? — se sopla la cara con una mano — necesito tomar algo fuerte — me dice y vuelve a sentarse, yo no le respondo y salgo de nuestra oficina de delineantes y voy por dos cafés. Él me sigue y me toma de la mano y me hace salir de la oficina.
— ¿Qué haces? — le digo, mientras llama al ascensor.
— Adelantando nuestra pausa — me dice — vas a contármelo todo, Mira.
Cuando salimos del ascensor recibo una llamada de Carlos.
— ¡Cariño! — lo saludo — Que gusto escucharte tan temprano – miro a Lucas que está preguntando quien llama y le digo moviendo mis labios que es Carlos. Es extraño, porque él nunca me llama a estas horas.
— ¿Qué está pasando, Miranda? — su voz suena contenida – dime por qué he recibido una notificación del registro civil donde no validan nuestro expediente matrimonial, dicen que uno de los solicitantes está casado, Miranda, y yo estoy seguro de que no lo estoy.
—¡Carlos! — empiezo a tener un fuerte dolor de cabeza — Puedo explicarlo todo — le digo con la esperanza de que se calme — te juro que es un error, voy a solucionarlo.
— Entonces, ¿Estás casada Miranda? ¿Estás de coña verdad? — empieza a gritarme — Se supone que nos casamos el sábado, eres una puta inmadura — me grita — ¿Cómo diablos vas a resolver esto, Miranda?
— Voy a hacerlo, te aseguro que el sábado estaremos casándonos sin problema — trato de transmitirle tranquilidad — Te aseguro que el viernes todo estará en orden,
— No te reconozco Miranda — me dice y siento que su decepción me duele más que su furia — Y ¿Con quién te casaste?
— No lo conoces — le respondo de prisa
— Y al parecer a ti tampoco — me dice — tienes hasta el jueves o hablo con tus padres y cancelo todo.
— Voy a ayudarte, Miranda — me dice Lucas, cuando guardo el teléfono en mi bolso — pero primero, cuéntamelo todo.
¡Dios mío! ¿En qué lío estoy metida?