La puerta de mi lado se abre y veo a uno de los chicos escoltas tendiéndome la mano para ayudarme a salir, por estar discutiendo con Jacob no me fijé en el camino, estamos en una casa inmensa, rodeada de árboles y de un gran muro al que no puse atención, no parece la casa de un artista, más bien una fortaleza. Cuando salgo del carro y levanto la vista, me encuentro con varias personas de pie uniformadas, una señora de edad, muy elegante en una silla de ruedas y un joven y una chica, muy guapos, esperando en la entrada de la casa. Jacob se detiene y me espera, estira su mano y toma la mía con fuerza, besa mis nudillos y tira de mí, hasta abrazarme y obligarme a caminar. — Voy a matarte — le susurro, en serio que siento que cada vez lo soporto menos. — Y yo a ti hermosa — lo miro lleno d