Capítulo 4: Más allá de lo que quiero

1257 Words
Alison Por nada en el mundo mi mamá me puede ver con Robert, todas sus preguntas empezarán a surgir y ninguna de las respuestas que yo le daré tendrán un sentido, para ella él es la persona más maravillosa que he podido conocer, pero su defecto es no tener dinero algo que termina por ser indispensable para llegar a conquistar mi corazón. —Simplemente es que me siento muy mal, Robert eres una muy buena persona para estar cerca de mí. Generalmente terminó, por convertir en una tormenta la vida de todos, además esa chica te adora —digo sinceramente, por instantes me canso de arrastrar a las personas a mi lado. —No soy de juzgar a las personas por sus defectos, sabes algo Alison tienes la cualidad de convertir todo lo malo en algo bueno, así que yo sí deseo que seas mi amiga y no pretendo cambiar eso, no suelo ser el novio más intenso, pero como amigo te juro que lo seré. —Él muestra esas sonrisas que me hacen morir de ternura. —Tengo asuntos pendientes. —Robert se mueve un poco, de inmediato yo me agachó escondiéndome sobre su pecho. —Tal vez sí me abrazas yo te voy a cubrir y nadie te verá, porque eso es lo que quieres Alison. Yo no te estoy pidiendo una sola explicación, ya sabes apenas soy un desconocido para ti y no pasaré a ser un atrevido por meterme en tu vida. —Él solo cumple y me abraza, caminamos hacia adentro de la universidad; sé que es algo malo sentirme tan cómoda con él, aunque sea inevitable. —Perfectamente podrías ser un galán de telenovela, tienes todas esas habilidades para conquistar una mujer —sólo estoy exaltando a Robert, mirándole al mismo tiempo los labios, a los cuales la humedad sí le falta, pero como no si esa mujer ni lo debe merecer. —Hasta donde tengo entendido todos son millonarios, tal vez algún día lo sea. —Él levanta sus cejas, pero yo estoy más concentrada en mi mamá que tal parece ya haberse marchado. —Tu eres muy guapo y eso es una gran ventaja. Ahora me tengo que ir, espero volverte a ver pronto. —Me acerco y le beso la mejilla a Robert, camino sintiéndome la más bella sé que toda la atención de él está sobre mí. Sin embargo, ya mismo tengo que volver a mi realidad, ya que por ahí está el profesor que cambiará mi vida. Alcanzó a ver que él está distraído, a este tipo definitivamente le hacen falta lentes, porque ignorar mi belleza de tal manera no se lo perdonó a nadie. Tengo que pensar en cómo llegar ahí, aunque parezca que lo estoy buscando precisamente puede ocurrir un accidente, como este que va a pasar espero que nada me salga mal. Suelto una de las tiras de mi tacón, no obstante, cuando empiezo a dar unos pasos me tropiezo y caigo sobre los brazos de Emiliano Montoya. Emiliano solo arruga su rostro, mostrándome que bastantes años ya tiene encima, mis piernas simplemente quedan inclinadas perdiendo equilibrio; dejando mi cuerpo sobre él. —No puedo ser tan imprudente. —Actuó como si estuviera nerviosa, pero no dejo de mirarlo sé que él ya lo noto y eso es lo que precisamente busco. —No debe preocuparse señorita. —Él me levanta con sus grandes manos, apenas puedo ver las joyas que trae por encima, definitivamente mi mamá jamás se equivocaría. —Tampoco es necesario que me trate con tanta distancia profesor, por si no lo recuerda yo soy Alison. —Estiro mi mano, él me da la suya y aprovecho para provocarlo con la suavidad que tanto mantengo. Necesito que él nunca se olvide de mí, porque hasta en sus sueños me empezaré a meter. —Claro la chica que llegó tarde. —Él se pone de pie luego de quitarme. —Sí, pero que me recuerden de esa manera no termina por ser la más agradable. —Muevo mi cabello largo, sé muy bien que con esta simple táctica ya lo puedo estar seduciendo. —Ya veo que fue lo que sucedió. —Emiliano se agacha para acomodar mis zapatos, siento como él mira mis piernas con disimulo y me voy dando cuenta, que este no será un trabajo difícil. —Gracias —dejo salir mi voz más angelical. —Espero seguir viéndote en clases Alison. —Él demuestra parte de la rudeza que tiene y eso es lo que me está gustando. Me doy cuenta que mi mamá viene hacia aquí, me molesta que siempre busque meterse en mi vida. Ella busca que yo haga todo, pero si no me deja ni siquiera tomar aire sin que me esté sofocando con su sobreprotección. —Hola… Hija llevo mucho tiempo esperándote —mi mamá dice, alcanzó a ver algo extraño en su mirada. —Si ya mismo nos vamos. —Estiro mi mano intentando llevármela, sin embargo, siento como si ella hubiera quedado hipnotizada por Emiliano. —No, puedes dejar un poco la prisa hija. Como madre de Alison me gusta siempre estar enterada de las personas que hacen parte de su vida, sé muy bien que tú eres su profesor, pero nada mejor que presentarme puedo hacer. —Ella le da la mano a él, percibo algo muy extraño que para nada me gusta. —Claro que sí, ese interés es el que más me gusta que tengan. Soy Emiliano y estoy para colaborarles. —Emiliano no deja de mirar a mi mamá, antes lo hace más con ella que conmigo. —Tienes mucho por hacer. —Me hago al medio de ellos, no puedo permitir que precisamente cuando alguien agradable es el objetivo más especial, mi mamá quiera cambiar todo. —Siendo así luego nos podemos ver. —Él vuelve y toma la mano de mi mamá, tal parece que está creciendo una química que ya mismo debe morir, mientras que yo como una niña inmadura la jalo de su brazo, todo hasta alejarla de él. —¡Suéltame! tú solamente eres una muchachita caprichosa que no tiene cambio, ni yo entiendo como confío en ti Alison. —Ella termina tumbando mi cuerpo hacia el suelo, todo lo hace con más fuerza de la que yo ejercía. Todo esto me llena de rabia, ella solo suelta las carcajadas que siempre he escuchado y se va, dejándome como un pedazo de basura tirada en el suelo. Noto que Robert viene, me asusta que él sea mi salvador en cada instante. —Sé que tú nobleza no te permite defenderte, pero no está bien quedarse en silencio. Me di cuenta como aquella mujer fue una atrevida contigo. —Robert solo intenta ayudar a mi rodilla raspada, para mí es inevitable no sentir algo bonito. —No puedo hacer nada, ella es mi mamá. Dicen que las madres jamás se equivocan; seguramente fui yo la que me lo busqué. —Me agachó, ya que veo que Emiliano acaba de pasar. —Yo en nada te voy a juzgar Alison, pero no comparto tu opinión —Robert habla. «Cuanto quisiera gritar que es cierto, que Robert está en lo correcto» pienso y me desconecto por un instante de la realidad. —Entonces déjame sola —hablo fuerte, Robert termina por obedecerme, me afecta en mi interior sacar a los que sí quiero que pertenezcan en mi vida, todo para dejar aquellos hombres que luego me sienten como un espejismo al desaparecer de sus vidas.
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