CAPÍTULO 7

1300 Words
EBBA FISCHER Me levanto con un leve dolor de cabeza pero hago caso omiso. El cuerpo me duele por dormir en una posición incómoda. Regresé a mi habitación tarde en la noche. Las puertas se abren mostrando a mi sonriente prometido. -Buenos días regina. La mañana de hoy es perfecta, no lo crees- nunca lo había visto tan feliz. Se acerca dejando un beso en mis labios. Un beso cálido es lo que necesita mi cuerpo. Observa la ropa que dejé preparando el día anterior. Me encanta escoger mis atuendos del día siguiente. Y en este me esmeré mucho porque tuve que implementar algunos accesorios. -Ebba. Hablamos de tus peculiares atuendos. En Francia lucían hermosos pero aquí..- frunzo el ceño poniéndome de pie. Esta es una discusión de nunca acabar. -y yo te dije que no iba a cambiar mi guarda ropa. Me gusta como me visto y si no te gusta puedes simplemente cerrar los ojos- me ajusto mi bata de dormir. Me sujeta del brazo con cierta molestia en el rostro. -no me des la espalda cuando estamos en medio de una conversación- me suelto de un tirón. -no estamos conversando. Me estás ordenando que cambie mi estilo y no lo haré- intenta volverme a sujetar pero soy mas rápida y me alejo viendo mi aspecto en el espejo. Odio que siempre me diga que mi estilo es peculiar. Suspira molesto. -y además cuando nos conocimos te gusté así. Alababas mi ropa- me cruzo de brazos. -es que no te das cuenta como te mira la gente cuando te vistes así- apunta mi ropa. Me trago las ganas de gritarle. -y como me miran según tú- me cruzo de brazos. Qué me importa lo que diga la gente. A mi me vale mierda sus comentarios. Ya viví en la decadencia por años y ahora quiero ser feliz poniéndome lo que me gusta. -Ebba- gruñe Federico. -No tienes nada que decir. Verdad, así que es mejor que salgas por que..- -como una payasa- espeta y mis dedos rozan el vestido en tono blanco con pliegues largos. Mi pecho se estruja y siento un nudo en la garganta al escuchar esas palabras. Llevo una mano a mi pecho y me volteo para ver al hombre que en un momento le gustaban mis trajes. Alegraban sus noches. Tal vez solo se reía de ti Ebba. Sintiéndome algo avergonzada me alejo del pedazo de tela que demoré en escoger la noche anterior. -Regina- niego. -no- Federico solo se va dejándome sola. Una lágrima se desliza por mi mejilla y vuelvo a verme en el espejo. Solo veo la cara de una niña que vestía un conjunto muy desgastado. Sucia y con el olor del desagüe impregnado en su piel. Abro mi armario para buscar la ropa que mejor se adapte a la sociedad. Opto por un vestido de seda largo, me coloco unos accesorios en el brazo para así lograr un acabado mejor. Recojo mi cabello con una cinta del mismo material. No me gusta. El atuendo es bonito pero no es el que escogí la noche anterior. Abro la puerta y empiezo a caminar. Siento la mirada de todo puesta en mi. ¿Qué? así tampoco les gusto. Me valen mierda sus comentarios. Me siento a lado de Federico que sonríe hablando con su padre de no sé qué tema. Toma mi mano por debajo de la mesa pero la aparto. No quiero que me toque. Me quedo observando mi plato a la espera de otro de mis tormentos. El recuerdo de nuestro beso aun sigue en mi mente. Gracias al cielo o al infierno que nadie me vio entrar casi desnuda a mi habitación. Espero paciente a que el capo de la mafia Italiana haga acto de presencia. No se cuanto tiempo espero pero unos pasos resuenan. No levanto el rostro. -buenos días Familia- Empieza a caminar y se sienta a la cabeza de la mesa. Las empleadas empiezan a servir. Empuño las manos y sé que me está observando. Otro que me va a decir que me visto como payasa. -Hoy tu atuendo no me gusta para nada Ebba- la voz de Santino retumba en el lugar. Levanto la mirada con algo de temor en mi pecho. Nuestras miradas se conectan y puedo ver como escanea mi aspecto. Su labio está roto y tiene algunos moretones en la mejilla. Ni con el rostro golpeado pierde su belleza masculina. -te vez bella siempre pero hoy es un cero de diez- toma una taza de café y hace una mueca de dolor. Se lo merece por pelearse con quien sabe quien. -a ti no te debe de importar como se viste mi mujer- Federico gruñe molesto. El capo de la mafia Italiana sonríe. -solo digo lo que veo- sonrío de lado empezando a degusto la fruta del plato. Suspiro contenta. Alguien de aquí sabe de moda. Aunque sea un maldito arrogante. Volveré a mi cuarto una vez que termine de desayunar. -no veas lo que no te pertenece- el ambiente se vuelve pesado. -¿pertenecer? interesante palabra. ¿Es acaso Ebba un objeto?- Federico presiona los cubiertos que tiene en las manos. Santino empieza a platicar de cualquier cosa sin apartar su mirada de mi. ¿Ese hombre no sabe disimular? Al parecer no. Giuseppe se aclara la garganta empezando a hablar. -los bares que son administrados por Federico están dando problemas. Sería mejor venderlos e invertir el dinero en algo más productivo- el capo de la mafia deja su cubierto a un lado. Se limpia la comisura del labio. -y qué tal si despido al incompetente de tu hijo por no saber administrar un simple bar- observo a mi prometido que mira a si primo como si quisiera matarlo. Pero no lo haría, verdad. -puedo llevar a flote un bar, padre. Así que no necesito..- un cubierto se rueda de mis manos y me sobresalto por el ruido. Todos me observan. -lo lamento, yo..- -Alfred trae uno nuevo para la señorita- espeta Santino. Vuelvo a poner las manos en mi regazo. El capo de la mafia Italiana se levanta y todos lo hacemos. Se ajusta su traje mostrando una vez más el poder que emana. -Ebba Fischer- pronuncia mi nombre de forma suave. -a mi oficina- no me deja responder por que se aleja sin despedirse de nadie. Dejo la servilleta en la mesa intentando seguirlo. -no vas a ningún lado- Federico me detiene pero me suelto de su agarre. Aun sigo molesta con él. -es tu capo- me alejo de la mirada penetrante de Giuseppe. Toco levemente la puerta del despacho de Lewis. -Adelante- suspiro y camino hasta quedar situada a un costado de la puerta. Observa la ventana y se voltea. -¿limpiaste mis heridas?- asiento. -¿por qué lo hiciste?- lo mismo me pregunto todavía. -nunca nadie ha hecho algo por tí-´ -nunca- responde enseguida. Suspiro. -No hay nada oculto. Solo te vi herido y te curé. No hay nada más- Avanza y retrocedo. -¿me tienes miedo?- ¿miedo? imposible. Este hombre sádico no me inspira miedo. Al contrario, causa en mi cosas que no debería sentir Niego. -gracias- la palabra hace eco en mi cabeza. Por la forma en la que lo dice parecería que es la primera vez que pronuncia esa palabra. -es todo- se reclina en su asiento. -es todo- aliso mi vestido y me volteo sintiendo una extraña sensación. -oh, y Ebba. Realmente no me gusta tu vestido hoy- sonrío de lado. -a mí tampoco- muestra una sonrisa genuina. Cierro la puerta y respiro expulsando todo el aire que tenía retenido. Vamos Ebba, contrólate. Es el capo de la Mafia Italiana. No debes caer en sus encantos. Eres de Federico.
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