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Valery entró en su casa, sintiendo el calor y la comodidad que siempre la envolvía en ese lugar. Los bebés, al verla llegar, se iluminaron con sonrisas y grititos de alegría. mientras se lanzaron hacia ella, rodeándola con sus pequeños brazos y piernas. Valery se agachó para recibirlos, abrazándolos fuerte y besando sus mejillas regordetas. Los bebés rieron y se divirtieron en sus brazos, jugando con su cabello y tratando de saltar.. Mientras Valery se deleitaba con el abrazo de sus hijos, Madeline se acercó a ella con una mirada preocupada. Había notado que Valery parecía distinta, con una sombra en sus ojos que no había visto antes. —Val, ¿estás bien? —preguntó Madeline en voz baja, mientras observaba a los bebés juguetear alrededor de Valery. Valery levantó la vista hacia Madeline,