Los cascos del caballos suenan amortiguados contra el pasto ligeramente mojado del rocío, el joven Plutarco necesita demostrarle a su padre que él es el mejor hijo, para ello va a conquistar un reino, y no será cualquier reino, sino la tierra más codiciada por su familia, las míticas y antiguas tierras de Éire.
Mientras va en su caballo recuerda las veces que sus ancestros han fallado en dicha tarea, recuerda las veces, que su padre cayó de su caballo ante la poderosa muralla de fuerza y energía, y el cómo los hombres morían sin disparar una flecha o desenvainar su espada, morían de físico terror para luego ser los cuerpos abandonados por sus caballos, quienes eran engullidos por la niebla espesa.
Pero esta vez Plutarco se asegura que será diferente, porque antes de ir con un ejército a la batalla busco la forma de derrotarla con la misma arma de ella, la magia, para ello primero recorrió todo el mundo conocido hasta alguien que le diera una respuesta.
En uno de los viejos libros encontró la leyenda de Endor, una bruja hija de los guardianes del norte, la mejor bruja de todas, la mujer más hermosa de los nacidos en la tierra, prodigiosa en las artes de la adivinación, creación de pociones, sanadora, lectora de mentes y sueños, tejedora de vida y de historias, fue la mano derecha de la diosa Gwyn por siglos, pero un error lo p**o con el destierro, la historia no dice más, pero es la única persona que tal vez podría ayudarle con respuestas, conoce a la diosa y si fue desterrada seguramente querrá venganza.
Encontrar a Endor no fue tarea fácil, nadie conocía su ubicación exacta, así que vago por meses donde le decían que podía estar, gritaba su nombre, le hacía ofrendas pero no funcionaba, hasta que una noche mientras dormía en una cueva para resguardarse del frio otoñal resignado a rendirse a su padre como un perdedor y decidido a aceptar las migajas que le quisieran dar, ella se le presento, en carne y hueso, o lo que eso significara para ella, era un amasijo de pieles caídas con olor a pudrición, sin embargo hay estaba frente a él, ocupando un lugar en una tupida alfombra dispuesta para dar un poco de calor, el joven Plutarco no pudo emitir sonido pero ella tomo tres respiraciones para contar una historia la cual se reproducía de forma extraña en las llamas del fuego.
- Conozco tus pensamientos y antes de hacer una alianza debo contarte una historia, una historia perdida en el tiempo y el viento - con una voz ronca empezó a narrarla:
Había una vez una isla en la mitad de la nada, donde nunca llueve ni nieva, donde no ha habido muerto alguno, la gran diosa Gwyn, envestida de vida junto a su dios el sol salieron de las sagradas aguas, mientras hacían el amor crearon muchos hombres y mujeres, con cada embestida del dios y con cada orgasmo de la diosa ustedes los morales nacían, los cuales mágicamente eran llevados a un lugar donde vivirían sus vidas y se reproducirían, en ese momentos todos eran ciegos, sordos y mudos, no tenía vida aun.
Luego de la gran diosa nacieron seis mujeres y seis hombres, y a cada uno le dio un espacio en la tierra con la única obligación de gobernarla con amor y sabiduría, guiando a los hombres dados como súbditos y así como cuidar la tierra dada para que fuera prospera y fructífera de generación en generación, ya que su vida sería finita; a los reyes y reinas les infundo vida una vez salieron del agua y les dio instrucciones muy específicas, entre ellas que no podía invadirse, ni generar guerras entre pueblos, debían respetar cada uno su límite y los intercambios entre pueblos debían hacerse para que todos crecieran, con amor y respeto, y luego con su poder la diosa los envió a sus respectivos reinos, una vez ellos llegaron sus súbditos despertaron a la vida.
Luego creo a ocho guardianes, dos para cada punto cardinal, una mujer y un hombre, el reino de ellos no puede ser gobernado por hombre alguno, igual que los mortales tenían la obligación de crear vida y gobernar en sus tierras como reyes, amo y señores aunque son eternos, así que a diferencia del humano, no tiene afán de tener hijos, ni necesitan una población numerosa para mantenerse con vida, siempre serán los gobernantes y los dueños de la magia, y tiene el llamado a mantener el equilibrio de los hombres, a darle el paso a las estaciones y son los padres de los hechiceros que aconsejan a los reyes y hombres sabios, en sus tierras suceden cosas mágicas imposibles para los mortales, y su única prohibición es enamorarse de mortales para evitar la avaricia de buscar la cura a la muerte.
La última de sus hijas, una bruja hermosa y sabia, a quien le dio vida con la única misión de cuidar tierra de la creación, una diosa guerrera virgen protectora del agua sagrada y de las más viejas escrituras, ella tiene el poder de invocar los cuatro elementos si su isla es atacada, siendo esta la única tierra que no ha podido ser invadida, ya que solo los fieles seguidores podrán verla y hallarla.
y al final ella decidió quedarse en medio de su mundo junto a su dios sol en las tierras de Éire, por eso está tierra está protegida con magia creadora, la misma que nos creó a nosotros y la hace impenetrable por cualquier persona mortal o mágica sin el permiso de ella; desde su castillo ella cuida su creación durante la noche cuando su poder es más fuerte, solo hay dos momentos en donde la diosa y el dios se unen haciéndose uno solo y es el momento justo antes del amanecer y al atardecer, al alba y al crepúsculo, pero una vez termine este lapso de tiempo ella es más débil y podremos atacar, siendo la madre creadora en ella reside la energía sostenedora, una vez ellos mueran podremos gobernar con nuestras reglas.
Por eso amigo mío es importante recordar nuestra creación y las reglas que nos rigen, con los siglos olvidamos nuestros orígenes y recordamos fragmentos de nuestra historia, y aquí está el error de tu bisabuelo quien falto al designio de la diosa, aun lo recuerdo, era el último hijo de cuatro, su trabajo era ayudar a sus hermanos mayores a gobernar, pero él quería más, quería ser rey, no podría matar a sus hermanos, porque el castigo era la sentencia de muerte ejecutada por la diosa misma, así que tomo su caballo, algunos hombres y salió a buscar una tierra lo suficientemente lejos para fundar su propio reino, mato algunos pobladores que quisieron oponerse, pero él fue más fuerte y junto a sus fieles vasallos que lo siguieron al fin del mundo fundo su tierra, tomando a las mujeres de esa tierra como esposas y lo poblaron a sangre y fuego en contra de los reglas.
Sin embargo la señora Gwyn le perdono tal falta para evitar una guerra, pero impuso sobre él y sus descendientes un castigo, que sus tierras no serían nunca más fértiles que la de otros reinos y sus mujeres tendrían menos hijos, haciendo un reino más débil que sus pares para que no tuvieran la posibilidad de crear un ejército más fuerte que sus vecinos que han cumplido con las reglas. Desde ese día para tu familia se volvió una obsesión lograr invadir al tierra de Éire, para vengar la maldición y llevar a su pueblo a una tierra más prospera y fértil, pero el poder de la reina es superior a su fuerza basada en la violencia.
Y por otra parte aquí estoy yo, queriendo venganza luego de que fui desterrada y me castigaran con quitarme el derecho a mi juventud eterna, pero sigo siendo inmortal, y todo por enamorarme, él era un hombre hermoso y joven, lleno de sabiduría y fuerza y yo solo quería un poco del agua de la creación para que el tuviera vida eterna y vivir juntos como esposos y amantes, pero no, ella lo tenía prohibido y como castigo le dio la pena de muerte que ella misma ejecuto, mato al hombre que amaba y a mí me condeno a una vida vacía, convirtiéndome en esta cosa asquerosa y llorando por toda la eternidad por el hombre que perdí, y tu si quieres triunfar deberás seguir mis instrucciones para poder sobrepasar la barrera, matar a la diosa y ser tú el gobernador de la tierra de Éire, pero a cambio deberás imponer mi religión y hacer lo que ordeno y quitarle poder a los que me han hecho sufrir y después de eso detendré el castigo impuesto a tu familia y descendencia, hare tu nueva tierra prospera, al igual que a la de tu padre, quedando tu reino en el centro de todo.”
Plutarco desciende de su caballo, está a pocos kilómetros de la gran barrera según Endor la magia de la barrera se activa cuando esta va a ser atacada, solo podría llegar caminando y manteniendo la calma total para que no se active, para que su energía sea casi imperceptible y deberá usar la capa de magia tejida por la misma bruja hecha de sueños e ilusiones la cual lo volverá invisible ante su poder, así que deberá seguir el camino estudiado en un mapa que la bruja creo para que se pudiera ubicar y llegar a sus aposentos sin contratiempo y debía hacerlo cuando el sol asciende y su poder es más débil.
De lejos ve un castillo de piedra en lo alto a un risco, el sol alumbra con un color espacial detrás de la barrera y Plutarco logra escuchar el sonido del mar, aunque él está seguro que no hay mar cerca, ha recorrido un centenar de veces la isla y no ha visto nunca ese castillo con cuatro torres, hecho de piedra y nacido de la tierra misma, de un blanco reluciente rodeado de flores de colores jamás imaginados, y el canto de los pájaros llenan el espacio con su música, todo es tan perfecto, el olor, el color y el calor del sol, no puede parar de mirar pero debe seguir un plan, es su única oportunidad y no hay permiso de fallar.
Camina firme hasta el castillo, siguiendo todas las instrucciones de la bruja, logra llegar a los aposentos de la diosa y para sorpresa de los dos se miran frente a frente mientras el desenvaina el cuchillo de hielo del agua de la creación el cual solo podrá ser usado una vez.
Ella una mujer hermosa más alta que el humano más alto, pero sin verse extraña, es un cuerpo grácil, ágil y perfecto, como hecho del magia, de agua y viento, su piel del color de la luna y sus largos cabellos plateados, sus ojos son de tantos colores a la vez que hipnotizan, son azules y violetas, con brillos plateados, al ver al hombre en sus aposentos al momento más agotado del día, alza sus manos para protegerse con su magia, pero él sin pensarlo va directo al corazón de la diosa quien fallece en el acto, le quita la corona antes que su cuerpo enfrié y se la coloca en su cabeza, con eso sellaría la magia al coronarse como rey supremo, el rey sol siente como su poder se le va de su cuerpo y corre entrando a la habitación de su amada, la ve sin vida tendida en el suelo, sin el poder de ella él no es nada, el sol no podría vivir sin la luz de la luna, como la tierra no viviría sin el poder del agua. Y al tiempo que el cuerpo de ella se esfuma el del dios hace lo mismo mientras reza una maldición que queda en el aire, apenas audible, pero Plutarco estaba tan ensimismado por su éxito que la ignoro, mientras se veía en un espejo con la corona sagrada sobre su cabeza.
“De tu sangre la diosa renacerá y destruirá todo tu linaje, no quedara piedra alguna de un reino para gobernar”
De la muerte de los dioses creadores salió una energía de destrucción, el equilibrio había sido roto y las viejas reglas vulneradas, ya no existía igual que el deber de seguir respetándolas y ahora la guerra era bienvenida y valida, un nuevo dios se alzaba y se proclamaba de la mano de Endor, una nueva era empezaba.
Dos siglos después la tierra de Éire era prospera, era el reino más importante y lo gobernaba Plutarco III, los designios de la diosa eran apenas un vago recuerdo, un mito, un cuento de niños y la religión de la tierra noble y manchada por la sangre imperaba, tomando a la tierra un dios malvado y cruel, lejos de la benévola señora creadora de vida, a quien en su nombre, AZÉL, doblegaron todo el mundo conocido.
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La reina Ann sostenía a su pequeña niña en brazos, la última de doce hijos, seis niños y seis niñas, era hermosa y diferente a los demás sus ojos son tan azules y cristalinos como una mañana sin nubes los cuales a veces se volvían violetas con destellos plateados a diferencia de los ojos avellanas y verdes propios de la familia real, su cabello tan blanco como la nieve y un lunar en forma media luna en la mitad de su nuca.
Desde el día de su nacimiento los reyes no ha podido descansar y mantiene a su hija bajo vigilancia estricta porque las palabras de la partera calaron hondo, "felicitaciones mi lady es una de las escogidas por la diosa Gwyn para servirle, esta niña tiene un camino muy especial que recorrer."
La familia real consagraron a la niña al nuevo dios para buscar contrarrestar los efectos de la antigua diosa pagana, por eso su nombre Azahara, su cabello era constantemente tinturado con alḥínna, una planta que dejaba su cabello de color castaño, y la criaron en la más estricta educación religiosa basada en las buenas costumbre y la alta moral, mientras el rey buscaba entre los hechiceros de los puntos cardinales doblegados a sangre y fuego, un maestros que pudieran indicarle como quitarle esa mancha en la honra de su hija.
Un viejo sabio del oriente le envió un mensaje enigmático al rey el cual no lograron comprender “De la sangre del asesino nacerá la escogida de la diosa, en tierra impoluta deberá esperar hasta que esté lista para liberar a su ama cuando el día se convierta en noche durante la próxima luna llena negra y solo un príncipe de la tierra en agua podrá liberarla."
Cuando la princesa Azahara cumplió los dieciocho años su padre la llamo a su estudio privado.
- Hija mía, te tengo maravillosas noticias, en dos días al amanecer un barco zarpara a Wetland, a la tierra en agua, y tu deberás viajar en él, cuando llegues el príncipe te desposara a los tres días, debes casarte antes de la siguiente luna llena.
- Padre gracias por su ofrecimiento, pero yo no quiero casarme, quiero dedicarme a la oración a nuestro dios, quiero ser una de las vírgenes que le sirven.
- Hija no es un ofrecimiento, es una orden, debes casarte y este tema no se discute más – dice el rey alzando la voz más de lo que debería – o te casas o te mato. No quiero perderte, pero no me obligues a hacerlo.
En ese momento entra la reina Ann, con cara de preocupada y lágrimas en los ojos al escuchar los gritos de su esposo, ellos cruzan sus miradas y sin palabras se comprenden, es una orden la princesa deberá contraer matrimonio, sin importar lo que suceda después, la princesa no podrá seguir siendo virgen, solo faltan tres lunaciones antes de la luna llena negra y deberá perder su virginidad antes de ese día.
La princesa llora amargamente, pero la educaron a obedecer y hacer lo que su padre diga sin dudar y sin pensar, así que alza su cabeza y limpiando torpemente las lágrimas que corren por su rostro acepta la decisión de su padre y aceptara a su esposo del cual no sabe ni su nombre.
Pero a varios cientos de kilómetros de ese lugar un príncipe pelea con los designios de su padre, quien le acaba de informar que se casara con la princesa del reino de Éire, pero él se niega rotundamente a caminar hacia el altar.
- Hijo, deberás contraer matrimonio con la princesa del reino de Éire, ella partirá del puerto de su padre en dos días y llegara aquí si las aguas del Mare y el poder del dios así lo quiere en quince días, y deberás contraer nupcias con ella a los tres días de su llegada, y su padre me ha pedido el favor especial que debes desvirgarla en la misma noche de su matrimonio, lo más rápido que se pueda una vez ella de el sí acepto, al parecer sobre ella pesa una maldición, y deberás tu hijo mío de romperla, solo podrá hacerlo un príncipe de la tierra en agua.
- Y ¿Por qué yo y no mi hermano mayor?, ¿Por qué yo debo hacer el trabajo sucio?, claro como no seré el rey – grita un príncipe airadamente – entonces me toca la princesa loca y defectuosa, la de la maldición, entonces porque no la encierran en la torre más alta del castillo custodiada y me dejas a mí en paz.
- Hijo si eso deseas puedes hacerlo, pero después que sea tu esposa, no antes.
- No padre, yo no tengo un deber que cumplir, si tanto quieres unir nuestro reino con ellos, entonces búscate a otro.
- Obedecerás y punto. – sentencio el rey.
Dejando a un príncipe lleno de odio y frustración, buscando la forma de escapar de la orden de su padre para cumplir con su designio que estaba más allá de lo imaginable.