Los días pasaban sin el más mínimo sabor para Scott. Desde que Alice había dejado de trabajar oficialmente para el Emporio Dietrich, él no tenía ánimos para hacer nada, sólo se obligaba porque era una persona responsable y porque su abuela Magnolia lo animaba un poco, fuera de eso, todo carecía de color para su diario vivir. La campaña de primavera pronto se dio por concluida para el perfume de temporada. Por poco y no daban con una buena fórmula que se salvó gracias a que Alexander tuvo que incentivar al ingeniero industrial que había en Scott, todo con tal de mantener la empresa en funciones. El cumpleaños de Jessica estaba en puerta y ésta amenazó a su hermano de que no se atreviera a faltar a su agasajo, que no le permitiría ninguna excusa. Y era que aunque nadie dijera nada, todos