Quedé un poco desorientada y excitada luego del intenso experimento lésbico al que me sometió Tatiana. No quería volver a mi casa pero tampoco tenía ganas de quedarme en la universidad. Necesitaba poner mis ideas en línea, estas nuevas e intensas sensaciones me estaban afectando mucho. Era como si todo mi mundo se hubiera reducido a una sola pregunta: «¿Me gustan las mujeres?» Decidí seguir los consejos de mi amiga y continuar con las pruebas, esperaba que todo esto me ayudara a encontrar una respuesta. Comencé a caminar con rumbo fijo al cibercafé que mencionó Tatiana, donde podría poner a prueba mis preferencias sexuales, lejos de la mirada acusadora de la gente... al menos eso esperaba. En pocos minutos llegué a una casita pintada de azul marino, tenía las paredes descascaradas y no