En ese divertido rato pensé en lo valiente que fue Lara al ir a mi casa para blanquear la situación; porque si lo analizaba desde su punto de vista, la idiota había sido yo, por no confiar en ella, y por no escuchar su versión de los hechos. Ella me enseñó que no es bueno ser tan orgullosa, mucho menos con la gente que uno quiere de verdad. No pude evitar pensar en Lucia. Desde mi punto de vista ella era una miedosa que no sabía valorar la amistad. Pero debía serenar esos pensamientos y admitir que, en su posición de monja, podía ser muy problemático que la vieran tanto tiempo acompañada por una mujer que era famosa por ser lesbiana. Pucha, ahora hasta mi madre lo sabía. No crucé palabra ni mirada con ella desde que mi novia la chantajeó. ¿Le contaría a mi padre sobre mi condición s****l?