1- Mi novio me engañó
Capítulo 1
Mi novio me engañó
Soy Selene, y acabo de cumplir treinta años. Mi vida no ha seguido el camino que había imaginado. Durante dos años, estuve con Bladimir, y la idea de ser madre me llenaba de emoción, aunque él siempre fue claro en que no quería casarse. Todo se vino abajo cuando lo sorprendí con otra mujer. En ese instante, tomé una decisión firme: Seré madre, pero lo haré sola. Decidí aprovechar mis vacaciones para encontrar a alguien con quien vivir una aventura pasajera, alguien a quien jamás volvería a ver... o al menos, eso es lo que pensé. Pero el destino tenía otros planes para mí…
—¿Selene? —Una voz desconocida se contactó conmigo, era el de una mujer, y noté que hablaba bajo.
—Sí, habla con ella... —Respondí apenas. — ¿Tú eres?.
—Tengo noticias sobre Bladimir; necesitas que te acerques a su departamento. —Luego de esas palabras, cortó la llamada, pero de inmediato recibí un mensaje.
“No le avises a Bladimir, solo tienes que venir y ver lo que sucede.”
«Esto es demasiado extraño.», pensé mientras me dirigía rápidamente hacia su departamento. Habíamos estado planeando nuestra vida juntos, y todo parecía ir tan bien. El tráfico era denso, y cada segundo que pasaba me hacía sentir más ansiosa. Al llegar, mi corazón estaba acelerado, pero no estaba preparada para lo que estaba a punto de descubrir.
Al abrir la puerta del departamento, lo que vi me dejó sin aliento. Bladimir estaba en la cama... pero no estaba solo. Una mujer, se encontraba a su lado. Ambos estaban enredados entre las sábanas, ajenos al mundo exterior, y con sus respiraciones aun entrecortadas.
Sentí cómo el suelo se desmoronaba bajo mis pies.
—¿Bladimir...? —Mi voz salió apenas como un susurro, y todo mi cuerpo comenzó a temblar.
Él se giró hacia mí, con los ojos desorbitados por la sorpresa y el pánico.
—Selene, no es lo que parece... —comenzó a decir, pero sus palabras se ahogaron en el silencio que siguió.
No pude escuchar más. Un dolor agudo, como una puñalada, se instaló en mi pecho, y me di la vuelta, saliendo del departamento antes de que las lágrimas comenzaran a caer. El calor sofocante de enero ya no se sentía; todo mi cuerpo estaba helado, y el mundo a mi alrededor parecía haberse detenido.
Mientras caminaba sin rumbo por las calles, una sola pregunta resonaba en mi mente: «¿Por qué?».
Sentía un vacío inmenso y una desesperanza que jamás había experimentado; le confesé mis planes, le hablé de mi anhelo de formar una familia, incluso él dijo que podría cambiar de idea y considerar casarse, repentinamente escuché pasos apresurados detrás de mí. No quería mirar, no quería enfrentarme a la realidad de lo que había visto, pero la voz que me llamó me obligó a detenerme.
—¡Selene, espera! —gritó Bladimir, corriendo tras de mí. El sonido de su voz hizo que mi corazón se encogiera aún más.
—¡Déjame en paz, Bladimir! —le respondí, sin girarme para verlo, aumentando el ritmo de mis pasos.
—Por favor, escúchame… —dijo, alcanzándome y tomándome del brazo para detenerme. Me obligó a mirarlo.
—¿Escucharte? ¿Después de lo que vi? —le espeté, retirando mi brazo con brusquedad. No podía soportar la idea de estar tan cerca de él, de sentir su toque después de lo que había hecho.
—No es lo que piensas… —empezó a decir, pero mi mirada lo hizo callar.
—¿No es lo que pienso? ¡Te vi con otra mujer en nuestra cama, Bladimir! ¿Cómo puedes decirme que no es lo que pienso? —grité, sintiendo cómo las lágrimas finalmente comenzaban a correr por mis mejillas.
Él bajó la cabeza, claramente avergonzado, pero luego volvió a mirarme con una expresión de arrepentimiento.
—Selene, ella me buscó... Me encontraba en un momento débil y caí en la tentación, pero todo fue pasajero, no significa nada. Tú eres la única mujer a la que amo, la única con la que quiero estar… —sus palabras eran rápidas, como si intentara desesperadamente convencerme, pero yo solo sentía un vacío más profundo.
—¿Pasajero? —repetí en un susurro, sintiendo cómo la incredulidad y la ira crecían dentro de mí—. ¿Eso es todo lo que tienes para decirme? ¿Que fue un error pasajero? ¿Y esperas que te perdone y que todo vuelva a ser como antes?
Bladimir intentó tomar mi mano, pero lo aparté bruscamente.
—Sé que cometí un error terrible, Selene. Y no estoy pidiéndote que me perdones de inmediato, solo… dame una oportunidad para demostrarte que puedo cambiar. —su voz temblaba, y por un momento, pude ver el miedo real en sus ojos, el miedo de perderme.
—Bladimir, esto es algo que no puedo olvidar. No puedo simplemente fingir que nada pasó. —Mi voz era firme, aunque mi corazón seguía doliendo—.Él intentó hablar de nuevo, pero lo detuve con un gesto de la mano.
—Por favor, no me sigas. Necesito estar sola. —Me di la vuelta y comencé a caminar de nuevo, esta vez sin detenerme. Bladimir no intentó detenerme, y eso me dolió, sentí un vacío inmenso, le confesé mis planes, le hablé de mi anhelo, inclusive el dijo que podría cambiar de idea y considerar casarse…
Sentía mi corazón hecho pedazos mientras caminaba sin rumbo, pero de algún modo, mis pasos me llevaron de vuelta a mi departamento. Me dirigí al baño para lavar mi rostro, buscando un pañuelo en el cajón donde solía guardar mis cosas. Fue entonces cuando lo vi: los dos boletos de avión a Colombia. Los había comprado con tanta ilusión, gastando mis ahorros en un viaje que había planeado para ambos, un escape romántico para reconectar y olvidar el estrés de la vida diaria. Ahora, esos boletos no eran más que un recordatorio doloroso de lo que podría haber sido.
El vuelo estaba programado para salir en dos semanas, pero la idea de quedarme aquí, en este lugar lleno de traiciones y desilusiones, me resultaba insoportable. De repente, un impulso me invadió.
¿Por qué esperar?
¿Por qué no viajar ahora mismo de ser posible?
Tomé mi teléfono y llamé a la aerolínea. Mi voz apenas temblaba mientras explicaba la situación y pedía que adelantaran mi vuelo. Afortunadamente, la agente fue comprensiva y me aseguró que había un asiento disponible para el día siguiente. Colgué el teléfono con una mezcla de alivio y determinación. No iba a quedarme aquí para lamerme las heridas. Iba a seguir adelante, a encontrar una nueva perspectiva, a empezar de nuevo.
«Esto no me va a destruir», me dije.