Noche de fiesta.

2078 Words
Llego a la cabaña y me lanzo a la cama. Cierro mis ojos y suspiro profundamente. Recuerdo ese beso y mi corazón late con fuerza. Odio a Adiel Mohamed por haber robado mi primer beso. Lo odio. Aprieto la almohada mientras pienso que es su cuello el que presiono. Solo de pensar que lo veré toda la tarde me enerva. Inhalo y exhalo tratando de calmarme. Después de varios minutos arreglo a Zafiro y subo en él. Me dirijo a la hacienda y una vez ahí camino hasta el tío. —¿Por qué tardaron? Adiel, ¿dónde está? —cuestiona y yo me alzo de hombros. —No sé, me dejó en la cabaña y se marchó —Comunico al recordar ese cuerpo desnudo saliendo del agua. Muerdo mi labio mientras mi mente regresa al tiempo en que sus labios se unieron a los míos. Me quedo gélida al verlo llegar. Camina hasta la hacienda y se introduce en ella. Suspiro al perderlo de vista. Acaricio a Zafiro en espera de que la pelo de lote y el pervertido de Adiel salgan. Una vez que lo veo salir vuelvo a tensarme. Trago grueso cuando esos ojos azulinos taladran los míos. —Félix, ya no saldremos, guarda los caballos —ordena y suelto un suspiro al saber que no tendré que soportarlo más en un recorrido por el campo. —Como ordene joven —el tío agarra los caballos y se dirige a las caballerizas. —Félix, hay algo que quiero decirte —pronuncia y el tío se detiene, yo también me detengo en seco. —Dígame joven —Antes de hablar, Adiel me mira y siento la sangre caer a mis pies porque creo que va a contarle sobre mi escapada. —Te espero esta noche en la fiesta que se organizará por mi regreso —Suelto el aire que retengo y recobro el color en mis mejillas. Por un momento creí que me delataría. —Eso sí que estará difícil joven, pues como ve, no somos bien vistos por su mamita y que nos deje ingresar a su casa, como que lo dudo. —Son mis invitados, como puedes ver ya soy un adulto y mi madre no interfiere en mis decisiones, así que los espero en la noche. —Pero... —No hay pero que valga, Félix —vocaliza y se va mirándome de reojo. Después de guardar los caballos nos dirigimos a la cabaña. Preparo la cena y me do una ducha. Ya en la mesa el tío decide. —Cariño, sé que eres joven y te gusta divertirte, pero ¿crees que sea buena idea ir a esa fiesta? —No lo sé, tío, es tu decisión, pero recuerda que el niño rico nos invitó. Si no vamos se resentirá y con lo engreído que está —digo llevando la última cucharada a la boca. —Entonces, ¿quieres ir? —Me alzo de hombros como si no me importara la decisión que tomara, al mismo tiempo sonrío en mis adentros. Para qué iba a negar que no si sí, estaba que moría por ir y ver a Adiel. —Ve y arréglate. —¡Gracias! —Le doy un beso en la frente y corrí al cuarto. —No mucha pintura. —Vale —Media hora después estoy lista. Me coloco el vestido que mi tío me compró hacía un par de meses. Es blanco con unos bordes negros ajustado hasta la cintura y suelto hasta la rodilla. Arreglo mi cabello formando una coleta, pongo algo de labial y rímel a mis pestañas. No necesito nada en mis cejas porque son delineadas y bien marcadas. Un poco de mi colonia y estoy lista. Al rato subimos a la camioneta y nos dirigimos a la hacienda. Una vez que bajo del auto suspiro profundo. —¿Y ese suspiro? —¿Qué con suspirar? —sonrío, y mi tío me abraza. —Estás hermosa princesa, eres idéntica a ella cuando tenía tu edad —Me abrazo a él y vuelvo a suspirar. —¿Entramos? —Asiento y caminamos hacia la entrada. —Veamos cómo reacciona la bruja —susurro por lo bajo y suelto una carcajada. Una vez que llegamos a la puerta la bruja nos mira con ojos afilados. —¿Cómo se atreven a venir? Ustedes no están invitados —Ruge rechinando los dientes. —Yo los invité —Expresa Adiel mirándome fijamente. —Adi, ¿cómo pudiste hacer eso? —Madre, es mi fiesta y puedo invitar a quien yo quiera. Félix y Kiara son como de la familia, así que no hagas un espectáculo porque tus amigas empezarán a hablar. Sonrío de medio lado al ver a la bruja marcharse, luego me pierdo en la mirada de Adiel y vuelvo a suspirar. —Adelante —Se hace a un lado para que el tío y mi persona ingresemos. Una vez dentro todas las miradas deparan en nosotros, más bien en mi tío. —Kiara —pronuncia Mer al verme y camina hacia mí. Ella es mi mejor amiga, es de la alta sociedad, pero tener dinero no la hace estirada. Mi tío se acerca a saludar a los demás, pues no todos en Valleral son como la vieja de Fanny. Aquí la gente de dinero también se junta con los pobres, más si se trata del tío Félix. Es respetado por todos los hacendados y sus trabajadores, tal vez por ser el capataz del señor Mohamed o porque él es un hombre sin igual. Mientras habla con Mer siento una mirada caer sobre mi espalda. Al girar mi rostro me encuentro con la mirada de Adiel. Trago grueso y suspiro profundo al verlo con la pelo de lote. —Adiel está guapísimo —musita Mer— Pero la pelo de lote ya se le prendió como garrapata. —Eran novios de jóvenes, es normal que aún se quieran —acoto con un nudo en la garganta y Mer sonríe. —Jamás fueron novios, ella andaba con un maestro del instituto. El único ilusionado era Adiel, pero la muy piruja no lo quiso. Así contó mi padre, pues sabes que él fue director en ese tiempo, pero ahora que ha vuelto está más guapo que antes y por eso está tras de él —parlotea Mer—. Mira quién está ahí —Hinca mi brazo y yo giro. Armando Fisher acaba de ingresar. Es un compañero con el cual nos divertíamos mucho. Camina hacia nosotras y nos da un beso en la mejilla. —No pensé verte aquí Kiara, ¿la bruja te dejó entrar así nomás? —Adiel nos invitó —informo al soltar un suspiro. Siento algo en el pecho cuando lo veo bailar apegado con esa estirada de Leila. —¿Quieres bailar, Kiara? —Vamos —Tomo la mano de Armando y caminamos al centro de la sala. El antes nombrado rodea mi cintura y me acerca a él. Llevo mis manos a los brazos de Armando y le pido me suelte un poco puesto que la mirada que el tío me dirige es señal de que no debo bailar tan apegada. Los hombres empiezan a sacar a sus parejas y en segundos la sala está llena de parejas. Siento mi espalda rozar con la de alguien y cuando giro encuentro a Adiel tras de mí. En eso la música se detiene y todos caminamos hacia los asientos. Antes de llegar la música vuelve a encenderse y todos los invitados silban. Al ver que Armando se sienta yo también pienso hacer lo mismo, sin embargo, la mano de Adiel agarra la mía provocando que una corriente magnética llegue hasta mi corazón y lo hice retumbar con fuerza. —Kiarita, mi cupidita, ¿podemos bailar? —Siento mi corazón latir con gran ímpetu. Estoy tan nerviosa que no puedo moverme. Dirijo la mirada hacia la pista y no hay nadie bailando. Adiel me lleva de la mano al centro y estoy que me caigo de la vergüenza. Me siento aliviada cuando más personas se levantan. A diferencia de Armando, Adiel mantiene el espacio y eso me agrada. Solo ha tomado mis dos manos y me da vueltas cada dos minutos. Por un instante entrelaza sus dedos con los míos y me pierdo en su mirada. Siento como si mi pecho fuera a reventar de lo loco que está mi corazón. En esta vez la música es larga y Adiel me deja muy cansada. Camino hasta la cocina por un vaso de agua. Lo bebo sin descansar hasta dejarlo seco. Cuando voy saliendo alguien me jala hacia la despensa e inmediatamente cubren mi boca. El aroma que cubre mis fosas nasales lo conozco, es de Adiel. Siento pánico porque no imagino qué es lo que piensa hacerme. Dijo que se las cobraría y, aquí me tiene. Dejo escapar unas cuantas lágrimas que se estancan en la mano de Adiel que hace presión en mi boca. —No llores cupidita, no te haré nada. Eres una niña y no estoy interesado en ti, solo quiero pedirte que dejes de bailar con el flaco que está sentado a tu lado —Habla tan cerca de mi oído que eriza mi piel. Suspira con agitación muy cerca del antes nombrado y continúa—. No me agrada la forma como te sostiene —dice y segundos después me suelta. Seguido plasma un beso en mi frente y se va dejándome con el corazón descontrolado. No sé por qué lloro, pero lo hago en silencio por unos minutos. Tiempo después salgo y me dirijo hasta donde se encuentra el tío, ignorando por completo el llamado de Mer le digo. — ¿Podemos irnos? —¿Estás segura? —El lunes es examen y debo estudiar. —Está bien, me despediré de los demás. —Te espero afuera tío —Camino hasta Mer y Armando y me despido de ellos, luego camino hacia la puerta y segundos después escucho los pasos de alguien. —¿Ya te despediste de todos, tío? —Giro mi cuerpo y me encuentro con la pelo de lote. —Escucha bien Kiara, Adiel es mío y ninguna mocosa como tú me lo va a quitar. Espero te quede claro. —No sé de qué habla licenciada. —No te hagas, ¿crees que no me di cuenta cómo bailas con Adiel? Además, conozco a las mocosas como tú, siempre andan tras los hombres como él. —Solo bailé, ¿qué con eso? bramé y ella sonrió. —Eres igual a tu madre, una cualquiera que se enamoró de un millonario y luego la abandonaron. ¿Piensas seguir los mismos pasos, Kiara? —¡A mi madre no la vuelva a nombrar! —¡Yo la nombro cuando me dé la gana! —¡Pues no delante de mí! —bramo rabiosa. Estoy a punto de arrancarle los pelos de estropajo que tiene, cuando el tío aparece. —Kiara —pronuncia y me detengo. La muy perra se gira hacia mi tío con una ancha sonrisa. ¿Sucede algo? —Nada Félix, solo le decía a Kiara que estudie mucho. Quizás este año no le vaya tan bien como los años anteriores. Al menos en mi materia debe esforzarse para sacar excelentes notas. Solo le estoy aconsejando ya que tiene un tío tan guapo que merece tener una sobrina sobresaliente. —Y la tengo —afirma el tío caminando hacia el auto e ignora la seducción de Leila—. Kiara vamos. —Le tuerzo los ojos a la pelo de lote y subo al auto muy enojada. El tío va en silencio y suspira. —¿Me contarás la verdadera historia de mamá o todo lo que dicen en el pueblo de ella es real? —El tío frena y me mira con ojos afilados. —No vuelvas ni a pensarlo. Kim fue una buena chica, jamás sedujo a nadie como todos lo dicen. —Entonces tío, ¿por qué no me cuentas o nos vamos lejos de aquí? Estoy harta de que la gente diga cosas feas de mamá —Sin poder evitarlo lloro. —No puedo irme hasta que el culpable pague —Explica mi tío y me deja más confundida. —¿Lo conoces? ¿Es de aquí? —No es de aquí, pero sé que un día volverá, y cuando lo haga le cobraré todo el dolor que le causó a Kim.
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