Capítulo 1

2104 Words
Gamma Kailen Steele: Me encontraba sentada en el estrado de mi auditorio, enseñando a los futuros Alfas y Betas sobre la historia de la Manada. Soy la Gamma más joven y única mujer del Rey Licántropo. En este semestre tenía ocho estudiantes y todos ellos debían aprobar antes de tomar sus posiciones de los anteriores. En este día, estábamos discutiendo por qué las Manadas habían fallado. Tomé mi libro de texto que estaba a mi lado y lo abrí en la página que necesitaba. —Hoy vamos a hablar de por qué la Manada Luna Roja del Desierto falló. Estoy segura de que todos han leído los capítulos que les pedí durante el fin de semana. —Dije con determinación y miré alrededor del aula. Uno de mis estudiantes levantó la mano, y le hice señas para que hablara. —Señorita Steele, ¿por qué estamos aprendiendo sobre una Manada que fue aniquilada hace más de cien años?—Preguntó el Sr. Pierce. —Esa es una gran pregunta, porque el momento en que fueron aniquilados realmente no importa. Lo que importa es la razón. Estoy segura de que ninguno de ustedes querría ver que sus Manadas sean destruidas, ¿verdad? Esto les da una mejor comprensión de qué no hacer para que tal atrocidad no suceda. —Respondí con seguridad. —, entonces, después de leer sobre esta Manada que les indiqué, ¿cuáles son sus opiniones sobre por qué falló?—Les pregunté. —Bueno, el Alfa era un idiota. —Dijo uno de mis estudiantes en voz alta. —Y ¿A qué debe su conclusión, Sr. Carter?—Le pregunté. —No le importaba su Manada. Era codicioso y cruel. —Me respondió. —La tarea de un Alfa es proteger a su Manada a toda costa. El respeto va muy lejos. Otras Manadas deben temerte, pero nunca los miembros de tu propia Manada. El Alfa es el más fuerte en comparación con otros lobos de su Manada, pero nunca de toda la Manada. —Les dije. —Entonces, ¿estás diciendo que nuestras Manadas podrían rebelarse contra nosotros?—Preguntó el Sr. Carter. —Pueden hacerlo, pero ahí es donde interviene el Rey Licántropo. Nuestro trabajo es investigar las quejas, para que eso no suceda. Pero recuerden que cuando el Rey Licántropo se involucra, examinamos absolutamente todo. —Expliqué con interés. —, es fácil dejarse llevar por el poder de dirigir una Manada. Todos te escuchan, todos quieren ser tus amigos, y todas las chicas te desean. Pero recuerden, son vidas de personas las que estarían en sus manos. Y tan fácil como viene el poder, también puede ser arrebatado. Depende de ti aprovecharlo al máximo. Mejorar la Manada, dejar un legado del cual puedas estar orgulloso. —Finalicé con seguridad. —¿Es por eso que te convertiste en la más joven y única Gamma femenina del Rey Licántropo?—Me preguntó el Sr. Evans. —Cuando llegué a la Manada Luna de Marfil no planeaba convertirme en gamma. Simplemente sucedió. Estoy orgullosa de lo que he logrado y espero que mis logros inspiren a otros. —Confesé con honestidad. —No puedes disfrutar enseñar esta porquería, ¿verdad?—Dijo en voz alta el Sr. Cooper. —En realidad, Sr. Cooper, me encanta enseñar. Espero poder enseñarles cómo ser Alfas y Betas más inteligentes. Pero si no puedo enseñarles con un libro, se lo enseñaré en el campo de entrenamiento. —Le dije, y la clase se rio. Mientras que el Sr. Cooper murmuraba entre dientes. La puerta del auditorio se abrió y Hunter, el Príncipe Licántropo, se deslizó adentro y tomó asiento al fondo. Traté de calmar mi acelerado corazón, el simple hecho de verlo me emocionaba. Es un alto, bronceado, con cabello castaño oscuro, largo en la parte de arriba y corto a los lados. Tenía esos ojos azules oscuros que instantáneamente mojaban mis bragas. Estaba vestido con pantalones negros y una camisa blanca, con las mangas arremangadas hasta los codos. Intenté no prestarle atención y dirigí mi atención de nuevo a mis estudiantes. —¿Alguien se tomó la molestia de investigar cómo el Alfa de la Manada Luna Roja del Desierto fue asesinado?—Les pregunté a mi clase. Tenía ocho miradas en blanco mirándome. —Su Luna lo mató y liberó a su Manada de su tiranía. Bueno, lo que quedó de su Manada después de la guerra. Ella lo apuñaló en el corazón y le cortó sus partes masculinas. Y cuando le pidieron que contara su versión de la historia, dijo que la puñalada en el corazón fue por su Manada. —Les dije finalmente en vista de su silencio. —¿Y el pene?—Preguntó el Sr. Evans. —Eso fue por todas sus infidelidades y, aparentemente, ella cortó eso primero y luego lo apuñaló en el corazón. Y luego huyó con su Beta ¿Les gustaría tener el honor de contarles la moraleja de nuestra historia? —Pregunté en dirección a Hunter. —Ella está tratando de decir que no sean unos imbéciles y no engañen a su pareja. Ellas saben dónde duermes por la noche. —Les dijo a sus compañeros y sonreí, sacudiendo la cabeza. —Creo que lo que nuestro hermoso Príncipe Licántropo está tratando de decir es que, incluso con todo el poder y el dinero del Alfa, no pudo comprar lealtad. Las dos personas más cercanas a él lo traicionaron porque no escuchó. Pensó que podía hacer lo que quisiera sin enfrentar las consecuencias. —Les expliqué. —¿Eso no es lo que acabo de decir?—Me preguntó Hunter y la clase se rio con furor. —Me alegro de no haberte tenido como estudiante. —Dije en su dirección y le rodé los ojos. —Está contra las reglas acostarse con el profesor. —Escuché al Sr. Cooper reírse entre dientes. —Lo siento, Sr. Cooper. ¿Tenías algo que compartir?—Le pregunté. —Sí, todos sabemos que llegaste a esta posición acostándote de espaldas. No tienes que fingir que no estás durmiendo con el Príncipe Licántropo. —Dijo en voz alta y claro. Hunter dejó escapar un gruñido asesino que sacudió las puertas. El Sr. Cooper palideció cuando miró hacia atrás a Hunter. —Sr. Cooper, cuando llegue el día del entrenamiento, te mostraré exactamente cómo llegué a esta posición y no fue acostándome de espaldas. Ah, y otra cosa, la corona no tolera la falta de respeto descarada de ninguno de sus estudiantes. Y si no te gusta el hecho de que te esté enseñando una mujer, siempre puedes volver a tu Manada y no convertirte en Alfa. —Dije con simpleza y encogí los hombros. —Continuaremos la discusión de la manada Luna Roja del Desierto el miércoles. Todos pueden retirarse. —Les dije. Hunter agarró el brazo del Sr. Cooper mientras intentaba pasar junto a él. —Ecribirá, Srta. Steele, una disculpa y la tendrá lista para la próxima clase. ¿Entendido?—Gruñó Hunter en dirección al Sr. Cooper. —Sí, señor. —Tartamudeó antes de salir corriendo de mi salón de clases. Cuando todos los estudiantes se fueron y la puerta se cerró, finalmente hablé con Hunter. —¿Era realmente necesario?—Le pregunté mientras descendía las escaleras hacia mí. —Por supuesto que sí. Tenía que dar un ejemplo con él. —Dijo, y suspiré. —¿Por qué todo el mundo siempre piensa que estamos durmiendo juntos?—Gemí. —Tal vez porque sí lo estamos. —Dijo mientras se metía entre mis piernas y aplastaba sus labios contra los míos. Me envolvió en sus brazos y me acercó a él. Comenzó a frotar su m*****o endurecido contra mi núcleo mientras besaba mi mandíbula, mi cuello. —Hunter, ¡alguien podría entrar!—Gemí. No podía evitarlo. Este Dios de hombre sabía cómo hacerme suplicar. —Déjalos. —Dijo contra mi cuello. Comenzó a chupar el lugar donde estaría la marca de mi compañero y no pude evitar gemir más fuerte, frotándome contra él con más fuerza, haciendo que él gruñera. —Hunter, sabes por qué no podemos hacerlo. —Suspiré, aunque incliné mi cabeza hacia atrás para darle mejor acceso a mi cuello. —Sé que tú tienes tus razones, pero yo no tengo ninguna. —Se quejó. Trató de alejarse, pero yo envolví mis brazos alrededor de su cuello manteniéndolo un poco apretado. —¿Viniste aquí solo para excitarme?—Le pregunté mientras pasaba mi lengua por su labio inferior. Él se estremeció y pude sentir los escalofríos que aparecieron en su cuello. Me incliné y lamí una línea hasta su cuello para susurrarle al oído. —Hunter, por favor, no te enojes. —Chupé su lóbulo de la oreja mientras él clavaba sus dedos en mis muslos. Pude sentir lo duro que estaba a través de sus pantalones y eso solo me excitó aún más. —Hunter, sabes que me encanta cuando eres rudo. —Gemí en su oído. Él se alejó de mí lo suficiente como para aplastar sus labios contra los míos. Envolvió mis piernas alrededor de su cintura y me levantó del estrado, agarrándome el trasero. Nos trasladamos al lado lejano del auditorio, junto a los escalones donde nadie que entrara podría vernos. Él me empujó contra la pared mientras mis labios atacaban los suyos con necesidad y lujuria. Soltó mis piernas, y las deslicé por su cuerpo hasta que mis pies tocaron el suelo. Hunter me giró y empujó mi frente contra la pared. Apartó mi cabello a un lado y comenzó a besarme y a chupar mi cuello, mientras trataba de desabrochar mis pantalones. Mi v****a palpitaba de anticipación. Finalmente, los desabrochó y se arrodilló detrás de mí mientras los bajaba por mis piernas. Besó su camino por mi muslo por mis nalgas. Se desabrochó los pantalones y los bajó hasta la mitad del muslo junto con sus boxers. Me volvió a empujar contra la pared, forzando su duro pene entre mis nalgas, haciéndome gritar. Extendió mis pies más y alineó su glande en mi entrada por detrás. Agarrándome las caderas, Hunter me penetró con fuerza. —Hunter. —Gemí. Él besaba mi cuello mientras embestía dentro de mí. Alcancé mi brazo hacia atrás para agarrar su cuello. —Estás tan mojada, preciosa. —Gimió en mi oído. Movió una mano de mi cadera y encontró mi clítoris, convirtiéndome en un desastre de gemidos. —Por favor, cariño, más fuerte. —Gemí con desespero. —Me encanta cuando me dices cariño. —Gimió en mi cuello. —, ahora, córrete para mí, hermosa. —Pellizcó mi clítoris, haciéndome alcanzar el orgasmo. Mi v****a se apretó alrededor de su dura polla, enterrada profundamente dentro de mí. —Cariño. —Gemí mientras él embestía con más fuerza y rapidez, persiguiendo su propio orgasmo. Gimió en mi cuello y se quedó quieto dentro de mí. Ambos estábamos jadeando. Descansé mi cabeza contra la pared mientras él descansaba la suya en mi hombro. Salió de mí y comenzó a subirse los pantalones. Cuando terminó, se agachó y levantó mis pantalones. Antes de subir mis pantalones negros ajustados sobre mis nalgas, hundió sus dientes en mi trasero. —Hunter. —Jadeé, sobresaltada por el contacto sorpresa de sus dientes contra mi nalga. Subió mis pantalones hasta mis caderas para que los pudiera abrochar. —No puedes culparme. Tu trasero es simplemente perfecto. —Afirmó y se rio en mi cuello mientras yo me abrochaba los pantalones. —Aunque amo estos encuentros vespertinos, ¿por qué estás aquí, Hunter?—Le pregunté. Él suspiró en mi cuello antes de girarme para enfrentarlo. Pude ver la preocupación en su rostro y ahora me preocupaba lo que tenía que decirme. —Hunter, ¿qué pasa?—Le pregunté. Él jugaba con el botón de mis pantalones ignorando mi pregunta. Agarré su cara para que me mirara. Mirar a su rostro me provocaba una oleada de emociones en el pecho. Podría mirar su rostro para siempre. En ese momento, sonó su teléfono en su bolsillo, y él gruñó. —Tengo que ir a clase. Por favor, no revises tu correo electrónico hasta que yo tenga la oportunidad de explicarte. —Me dijo, dándome un beso en los labios. —¿Hunter?—Le llamé después de escucharlo. —Te buscaré después de clase, preciosa. —Respondió. Escuché la puerta cerrarse, y supe que se había ido. Suspirando, arreglé mis pantalones y mi blusa. Comencé a alisar mi cabello mientras caminaba de regreso a mi escritorio para ponerme a trabajar.
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