En silencio.

1361 Words
Los padres de Elie caminaban hacia el comedor principal de aquella hermosa casa.... — Esta mas que claro que no escatimaremos en gastos, tiene que ser el evento mas grande del año querido. Elie caminaba tras ellos como siempre, era su posición, sus padres al frente y ella tras ellos en silencio, no hablaba a menos que le fuese requerido. — Lo se querida, pero de verdad la sinfónica es tan importante, hay grupos locales bastante buenos, porque traer a uno de tan lejanas tierras. Pero la mujer organizaba una fiesta para el siguiente mes, harían un gran evento donde suponían por las charlas con los Nikolo que por fin Damián le pediría matrimonio a Elie, era lago que sin decirlo sé sabia, pues tenían ya casi dos años de noviazgo, Elie era la chica mas deseada en la ciudad, familia poderosa, joven hermosa, educada, además virgen, había sido protegida su inocencia cada día de su vida, estaba mas que claro que quien tomara a esa chica se sacaría el boleto premiado de varias maneras. — Quiero que todo mundo hable de esa fiesta, que sea inolvidable, será un día muy importante. Elie escuchaba a su madre tan emocionada, así que ella también lo estaba, había escuchado el cotilleo en la última fiesta a la que asistieron, se decía que Damián le pediría matrimonio en aquel evento de manera especial. Sin poder evitarlo Elie imaginaba como Damián entraba en el lugar con algún peluche entre sus manos, sonriente, y se inclinaría frente a ella, le entregaría una preciosa sortija y le pediría que se casara con él, eso la ponía feliz, sobre todo porque quizá tendría algo mas de libertad de la que ahora gozaba. — Elie querida, dime a que hora te reunirás hoy con Hanna. La madre de Damián se reuniría con Elie para charlar, ella solía hacerle invitaciones a beber un poco de té y galletas en un lugar tan exclusivo que solo las mejores familias tenían el derecho de asistir, era como la mafia de la sociedad, el dinero podría abrirte cualquier puerta o cerrar todas. — Me comento que a las 2 de la tarde nos veríamos en el lugar de siempre. Su madre asintió y como siempre le decía los puntos importantes. — Recuerda tu figura querida, ni siquiera te atrevas a probar uno de esos pastelillos, sabes lo que pienso de una mujer que no cuida su aspecto. Pero Camil no tenía ni siquiera que decirlo, Elie no recordaba la última vez que había probado un bollo, una galleta, pues su madre veía muy mal comer alimentos que te hacían subir de peso. — Así lo haré madre. Con una sonrisa complacida la mujer pidió que sirvieran el desayuno. Como cada mañana Elie solo tomaría algo de sopa de verduras, acompañado de fruta fresca, un poco de te, era la bebida elegida por su madre. Elie no disfrutaba esas comidas, pero la costumbre se crea si desde pequeña es lo que se te enseña, jamás había probado una hamburguesa, pizza, eso era algo prohibido, nunca comer alimentos llenos de grasas, el chef de los Dimou preparaba dietas específicas para la joven. La mañana de Elie comenzaba a las 6 am, rutina de ejercicio en el gimnasio que había en casa, después tomar el desayuno, ligero como su madre ordenaba, lo primero era su clase de piano, el instrumento favorito de Elie, y para el cual era sumamente buena, el profesor les había dicho ya a los padres de Elie que ya no había mucho que enseñarle a la joven, era natural su talento, pero Camil insistía que no dejara sus clases amaba escucharla todas las mañanas con piezas sumamente complicadas. Elie disfrutaba tocar el piano, cerraba sus ojos y viajaba a un mundo distinto del que vivía, se imaginaba en una de esas novelas de romance en la época medieval, su imaginación la guiaba siempre hacia ese caballero de armadura que caminaba hacia ella, era el poco tiempo en el que podía soñar, imaginarse lejos de esto que era su vida, pero al mismo tiempo se sentía mal, ¿Por qué quejarse de una vida donde lo tienes todo? Quizá era una malagradecida por no valorar que jamás le había hecho falta un plato de comida en su mesa, un lugar para dormir, conocía casi todo el mundo gracias a que sus padres querían que se educara, pero dentro de ella sabía que no era feliz, intentaba engañarse, pero la realidad era que jamás había hecho algo que deseara ella misma. Después de la clase de piano tenía una de cocina, en realidad quizá jamás la necesitaría, pero Camil deseaba que su hija estuviese preparada para cualquier cosa, quizá a Damián le agradaría algún día que su esposa le cocinara algún platillo, así que lo mejor era cubrir cualquier posible necesidad. Pero Elie agradecía esa clase, amaba cocinar, sus padres no lo sabían, pero ella estaba llena de habilidades que quizá notarían si prestaran atención un poco. Elie había aprendido a cocinar rápidamente, hacia platillos deliciosos, sabía el punto de los sabores, ni exagerar ni con ausencia, bien podría ser un chef de restaurante. Su maestra siempre la felicitaba, pues Elie era paciente y muy cuidadosa con lo que hacía. Al finalizar la clase de cocina tendría una con la diseñadora, como era de esperar el gusto en ocasiones se hereda, pero si no había sido así era algo que aprendería, Elie tenía un gusto propio, era refinada, eso se veía, su hablar, su pose, todo en ella demostraba de inmediato quien era. Pero esa Clase hoy tendría que esperar, pues iba a reunirse con su suegra, así que se dio prisa para estar lista y que el conductor la llevara al lugar. Elie se preparó como siempre, un hermoso traje, falda de lápiz, un saco color beige, zapatillas y joyas a juego con su ropa. Al verse en el espejo sabía que estaba lista, pero su sonrisa se esfumaba de pronto, ¿Esto seria todo? Se preguntaba en mas de una ocasión, así será siempre, solo cumplir compromisos.... Pero escucho la voz de su madre llamar tras la puerta. — Es hora niña, tienes que salir, no debes dejar esperando a tu suegra, eso es de pésimo gusto. Elie se apresuró a llegar al auto mientras su madre repasaba las reglas que cada ocasión le daba, Elie solo asintió y subió con ayuda del conductor al auto. En el camino observaba las calles llenas de personas, caminaban a toda prisa, algunos lentamente, parejas besándose, ella se preguntaba su algún día Damián la vería como esos chicos veían a sus parejas, madres con sus hijos tomados de la mano, parecían disfrutar eso tan simple como caminar lado a lado. El auto se detuvo de pronto y Elie dejo sus pensamientos para después. — Hemos llegado señorita. El conductor ayudó a Elie a bajar del auto, le entrego las llaves al hombre que estacionaria el vehículo y la acompaño dentro, no era solo un conductor, era un escolta armado que protegía a la hija de los Dimou. El hombre la guio hacia la mesa donde estaba ya la madre de Damián, y se alejó a una de las esquinas para vigilar a la joven, su trabajo era simple, llevar y traer con bien a Elie a casa. — Disculpe la demora señora Nikolo. Pero la mujer le resto importancia. — Tranquila, acabo de llegar querida, y dime ¿Cómo estás? Hermosa, claro, solo verte lo sé, pero dime, como te trata la vida. Elie sabía que era la típica conversación banal entre mujeres de su círculo, pero ella sabía que decir o hacer. — De maravilla, gracias por su interés, y usted, ¿Como esta la familia? Hanna siempre estaba complacida con la joven que seria su nuera, por su puesto significaba un mayor poder empresarial para su familia unir a su hijo con esta preciosa chica, pero sobre todo era la envidia de las otras mujeres al saber que la preciosa Elie Dimou seria la esposa de Damián. Esa boda que seria mas una transacción para ambas familias que un matrimonio real por amor.
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