—Gina... –digo en medio de un jadeo, a punto de perder el aliento–, ¿en serio aquella noche no eras... virgen? —¡No me jodas, Peter! –la oigo exclamar en mi oído y casi suelto una carcajada divertido, parece en verdad muy enfadada. Ella me aparta un poco y me lanza una mirada de: “¿es en serio?” que me causa mucha diversión, parece a punto de golpearme y por un segundo me preparo para lo que sea que vaya a hacer. Ella suelta un resoplido y acomoda sus cabellos algo desordenados, respirando agitadamente por la faena en la que estábamos apenas bajamos del taxi, que nos dejó a mi casa hacía apenas unos minutos. —¿Todavía te quedan dudas al respecto? ¿O simplemente te gusta interrumpir estos momentos sólo porque sí? –alza una ceja mientras se cruza de brazos. Su mirada es circunspecta y p