Le di una nalgada sonora, haciéndola brincar y hasta gritar un poco, me miró asustada y besé su boca con ganas, mientras sus manos, temblando y con un poco de torpeza, bajaban el cierre de mi vestido. La tela cayó a mis pies y recordé que estaba completamente desnuda, por lo que la vista de Arm no debía de estar nada mal. Artemisa buscó mis pechos e hizo en mi lo que le hice en el elevador, sólo que esta vez, agarré su mano y empecé a masturbarme con ella, hasta el momento en el que ella sola me lo hacía. Miré a Arm mientras cerraba los ojos de placer, se había quitado el saco y aflojado la corbata, parecía realmente afectado y no sé hasta qué punto, pero la estaba pasando increíblemente bien. La hice enderezar y, tomando su mano, caminó detrás de mí hasta su primo, él nos miraba a ambas