La noche siguiente, Lek fue a trabajar decidida a cambiar de bando y trabajar frente al bar, pero, a pesar de la valiente fachada que puso, estaba aterrorizada ante la perspectiva. Había sido testigo de primera mano durante los últimos ocho meses de lo viles que podían ser algunos hombres… no todos, ni mucho menos, pero los suficientes como para hacer que una chica lo pensara dos veces.
Los cuatro entraron temprano y se sentaron con Noi.
“Solo recuerda, Lek”, dijo Noi, “no tienes que ir con ninguno de ellos. Esa es su elección. Ciertamente no tienes que acostarte con ninguno de ellos. Algunos hombres solo quieren invitar a una chica bonita a comer o que una chica les muestre la ciudad por la noche. Tócala de oído y, sobre todo, escucha tus sentimientos”.
“Y obtenga su nombre y dirección
