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HANNAH
La siguiente vez que desperté, Cole estaba sentado a mi lado, con una taza de café en su mano y una sonrisa pícara en su rostro. Llevaba puesto un par de pantalones sueltos y nada más. La vista era tentadora. “Buenos días, cariño”.
Me acomodé para sentarme. Casi le hice tirar la taza que estaba por entregarme mientras buscaba una manta para cubrirme. Murmuré dándole las gracias, con las mejillas tan calientes como el café.
Su sonrisa se amplió más. “Te veías extrañamente apurada para salir de aquí esta mañana. ¿Trabajas el turno del almuerzo hoy?”.
Negué con la cabeza. “No hasta la hora de cenar”.
Su mención de lo que había hecho temprano me hizo mirar a todos lados menos a él. Que haya dejado que un extraño me lamiera la v****a como primera actividad de la mañana no era exa
