“No solo sexo”, informó Sam. “No se trata del sexo, sino de lo que hay entre nosotros. Queremos que seas feliz. Que estés satisfecha. Tú mereces ser tratada correctamente y que te cuiden cada día de tu vida, no solo cuando visites Montana por negocios familiares. Nosotros somos los hombres adecuados para ese trabajo”.
Mientras encendía el carro, miré las piernas de Katie. “Levántate la falda, dulzura. Debo asegurarme de que no llevas bragas”.
Ella se giró en su asiento al lado mío. “No llevo. Sam los tomó esta mañana cuando, bueno…”.
“¿…Cuando te dio unas buenas nalgadas y te penetró en ese culo?”. Finalicé. Amaba la manera en que sus mejillas se enrojecían. Pero me encantaba más la manera en que se retorcía en el asiento entre nosotros, una buena señal de que su v****a palpitaba, desea
