Dante Edwards. Es raro que Lissy no haya dicho nada durante todo el camino, ni siquiera me preguntó dónde la estoy llevando y he manejado por más de una hora por la carretera principal. Llegamos a destino y estaciono la camioneta fuera del bungaló. Ella todavía sigue en la misma posición mirando hacia la ventanilla con la vista fija en la nada. Abro la puerta y la invito a bajarse y lo hace sin rechistar, lo que es muy raro debido al terrible berrinche que hizo cuando la obligué a subirse y a lo enojada que estaba por lo de Víctor. —¿Dónde estamos? —su voz ronca me hace fruncir el ceño. Sus ojos están rojos e hinchados señal que lloró mucho durante todo el camino. —¿Qué es este lugar, Dante? —Es mío —respondo cerrando la puerta con seguro para enseguida colocar mi saco encima de su ho