«”¿Después de que mi cabeza se haya desprendido del cuerpo, podré oír, por lo menos por un momento, el sonido de mi propia sangre cuando brote de mi cuello?, sería el mayor placer para terminar todos mis placeres”» Peter Kurten. El postre se veía maravilloso. Eire le dio una mirada a Polly. -¿Gelatina sin sabor?- adivinó y ella tragó grueso. -El sabor lo tiene su contenido- dijo misteriosa y señaló el plato. La chica del flequillo le dio una pequeña sonrisa, antes de encajar el tenedor en el plato. Todo estaba molido y perfectamente preparado con pulpa de moras que con su cítrico sabor realzaba lo particular de sus ingredientes. La nariz perfectamente preparada, suave al morderla, además los cartílagos de orejas y costillas que hacían del plato más completo con trozos de maní en la par