Alto, Pecoso e Italiano

1375 Words
Segunda semana. Lunes, 9, Julio, 2035 Victoria Johnson Madrid, España Camino apresurada hacia la entrada de la empresa del tío Raúl; Hoy de todos los días me levanto tarde, no tuve tiempo ni para tomar café ni para desayunar, solo rezo porque no se enoje mi tío por haber llegado tarde el primer día como su ayudante. Paso por la recepción y muestro mi tarjeta de presentación, la chica asiente dejándome pasar, corro al elevador pero termino chocando con alguien, por suerte no caigo a besar el piso, pido disculpa y entro al elevador sin mirar atrás. Llegando al último piso del edificio, salgo y respiro profundo, camino hasta la puerta de la oficina, escucho un adelante y entro encontrándome con un hombre vestido elegante con corbata verde al igual que sus ojos, cabello medio rubio con barba bien arreglada, me mira, estaba por decir mi excusa cuando la puerta se abre y se cierra. — Llegas tarde, Italo — dice mi tío, trago saliva, volteo a mirar al chico castaño con reflejos rubios, sus ojos café, nariz perfilados con una cuantas pecas que adornas sus mejillas. Alto, pecoso e italiano. — Ah, la chica que chocó conmigo hace un momento. Lo escuché hablar ante de desmayarme. Me levanto de prisa, error. Todo me da vuelta y veo algo borroso. — Tori, ¿Estas bien? — pregunta Raúl que se acerca preocupado. Asiento procesando lo que acaba de pasar. Qué vergüenza, me desmaye delante de Iván, lo miro pero no me mira. — Ya que te encuentras mejor, te quiero hablar de algo. (...) — ¿Trabajar para este chico? — Pregunte confundida señalando a Iván sentado a mi lado.  — Sé que te dije que te tenía un trabajo pero no te dije de que iba, si te lo hubiera dicho no  hubieras regresado a Madrid... Miro a Iván y luego a Raúl, el castaño debe de odiarme por cómo me fui sin decir nada, pero ignorarme y que le dé igual, duele un poco.  — Aquí está el contrato si estás de acuerdo, en este dice que no te puede despedir ni puedes renunciar hasta que cumplas el lazo de tres meses y de ahí si quieres seguir trabajando se alarga el contrato. — Pero, tío... — miro a Iván, me acerco más a mi tío para que no me escuche — No crees que Iván este de acuerdo, ¿no? — Raúl mira a Iván suspirando, este le mira.  — Me da igual... — ¡Le da igual! ¿Qué tipo de persona le da igual en pleno 2035? — me quejo pintando mis uñas de n***o.  — Ay Tori, así llegan a ser los chicos ricos — explica mientras revisa algunos papeles, suspiro, me despido y bajo la tapa de laptop y la dejo en la mesita de noche, soplo mis uñas. Pronto cumpliré 18 años, seré legal aquí en España, pero no en USA, suspiro, miro mi teléfono en la cama, lo tomo y entro a Rubí, lo pienso y lo busco. Iván Owen’s; Su perfil tiene 3 millones de seguidores, sigue a 500 personas, tiene 100 fotos, no parece muy activo en esta red. 8 años han pasado, y él ha cambiado demasiado, ya no es el mismo... ¿Sera que me guarda rencor?  Miro su última foto, y si esta guapo... — Claro que esta guapo, por Dios… Tiro mi teléfono molesta alguna parte de la habitación, apago la lámpara y me arropo hasta la cabeza importándome poco si se me arruinan las uñas. Iván Owen’s No había pasado ni un mes y ya tenía que trabajar, Raúl me había amenazado que si no aceptaba tomar el cargo por un tiempo definido donde sería el jefe suplente, me quitaría la empresa "Pequeños Guerreros" que tengo con madre, y ella está de acuerdo con eso, encima de sacarme de su testamento sobre la herencia, claro como si me importara esas cosas. ¡Claro que me importa esa herencia y la empresa!   Aquí me encuentro entrando a la constructora, la recepcionista asiente sonrojada al verme pasar a los elevadores, esperando que llegue un elevador alguien choca conmigo, algo molesto me volteo a ver a la causante pero se disculpa entrando al elevador sin darme la cara, solo su cabello rojizo causo mi atención pero también un dolor de cabeza, respiro profundo y camino hacia las escaleras de emergencia, mi corazón empieza a latir más deprisa de lo normal, solo espero que no me entre un ataque de pánico o algo por el estilo. No sé en qué estaba pensando pero llegue al último piso por las escaleras. Si, subí más de 10 pisos, camino hacia la oficina de Raúl, abro y cierro la puerta, ya preparado para el sermón, sermón que no preste atención al ver a la pelirroja frente a mí, la chica voltea a mirarme para luego desmayarse.  — Eres idiota, ¿Por qué no la tomaste? — Raúl tomó a la chica y la acostó en el sofá mientras llamaba a alguien. La miro por un momento hasta que se sienta despertando, suspiro de alivio sin entender por qué me siento así de solo verla, parece muy joven. Niego y reviso mi teléfono intentando no ponerme a pensar en nada, el rubio empieza hablarle de unas cosas. (...) Victoria se fue hace unas horas, la chica parecía ser tonta, claro tiene apenas 17 años, ¿Por qué Raúl pondría a una chiquilla como mi secretaria? Siento su mirada y sé que quiere hablar conmigo seriamente pero no doy de mi parte, pero como estoy curioso de cierta persona debo dar de mi parte. Asiento y me inclino hacia delante, pongo mis antebrazos en mis pernas y lo miro... Raúl Owen's, supuestamente mi padre, aunque mi memoria se haya borrado del todo, no me termina de convencer muchas cosas. — Bien... ahora pondrás de tu parte, ¿No? — asiento — 3 meses, te harás cargo de la compañía para debatir tu desempeño y ver si realmente eres bueno en esto... haz tu mejor esfuerzo, y por favor no me eches a perder la empresa, Italo — dice serio pero en sus ojos verdes se nota sus suplicas, asiento. — Prometo mantener la empresa en la cima y no dejarla caer, seré el mejor para demostrarte que soy bueno en lo que hago — sonrío con arrogancia, Raúl duda un poco pero termina dándome el contrato donde firmó la chica — Mmm Leo todo, analizo y termino firmando el acuerdo. Tres meses, claro que puedo con esto, la constructora será mía. — ¿De dónde conoces a esa chica? — levanta la mirada del contrato, se veía sorprendido, era obvio que yo no preguntaba cosas fuera de tema, pero ahí estaba.  — Maten tus manos lejos de la chica, Italo. — No te vayas del tema, Owen’s, responde — ruedo los ojos, suspira levantándose, hago lo mismo.  — Es hija de mi mejor amigo. Asiento y me marcho sin despedirme. (...) Entro a mi cuarto suspirando miro las cajas en cada rincón del cuarto, podría ser ordenado pero me da flojera extrema ponerme a empacar todo. La puerta es tocada para luego ser abierta, miro a la pequeña castaña de Abi entrar tímidamente. — ¿Qué quieres, pequeño camaleón? — rueda sus ojos.  — Vine ayudarte a empacar para que por fin te largue y yo pueda tener un cuarto para mi sola pero tus bromas del mal gusto me arruinan las ganas de hacer caridad — dice enojada, Abi es una pequeña con heterocromía de iris, o sea, ojos bicolores, tiene una marrón y otro verde, se molesta mucho si le pongo algún apodo. Mis intenciones no son para molestarla, pero ella todo lo ve con ese sentido. — Bien, pequeña Ranger, si me ayudas, te mando arreglar el cuarto a tu gusto — me da la mano en forma de acuerdo y la acepto, sale en busca de algo y regresa con una bolsa negra. — ¿Eso para qué? — Por si consigo comida en mal estado, alguna rata muerta por mal olor, uno nunca sabe Entre cierro mis ojos viendo como es tan descarada para decirme eso; esa pequeña mocosa que tengo como hermana.
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