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1314 Words
Mi vida era un caos, mi mente estaba hecha un hervidero de ideas y no hallaba concentrarme en nada. ¿Quién diría que un simple juego cambiaría toda mi vida? ¿Le pasaría igual a Josh? "Qué estúpida, Vivian, de seguro a ese ni se le había quitado el sueño, más que recordarlo como uno de los sucesos más traumáticos y vergonzosos que había vivido bajo los efectos del alcohol". O quizás su memoria se había borrado, eso suena mucho mejor. Bueno, aquí comienzan las presentaciones… Mi nombre es Vivian Montalbo. Soy una chica de 19 años que cursa el último año de la carrera comunicación social en la universidad. Un poco nerd a veces, despistada la mayor parte del tiempo serían algunas de mis definiciones. Mi apariencia no deja mucho que desear, es más, a veces la desestimo de desastrosa combinación: cabello n***o azulado que muchos preguntan si me lo he pintado, pero que realmente heredé de mi padre. Sí, extraño, lo sé… Por eso siempre lo trato de adornar con cintas y ganchos. Amo llevar el pelo suelto y sentirlo sobre mi espalda, lo llevo bastante largo, por supuesto. Tengo el cuerpo delgado y atlético con unas piernas muy torneadas, y una muy pequeña cintura, de lo que estoy algo orgullosa (¡bendita genética!) y a la que siempre trato de resaltar con cinturones o cortes bien entallados, después de todo, si tienes algo debes lucirlo, ¿no? Mi único defecto es mi falta de busto, una burla que siempre me hacen, en la escuela “Vivian la tabla” “Vivian la pecho plano”. Lo sé, mis pechos no son muy grandes, pero me defiendo al menos, en comparación con algunos he visto. Mido metro setenta, tampoco soy demasiado baja. En cuanto a mi rostro, según lo que me dice el espejo frente al que estoy parada, tiene forma de corazón, piel blanca y claro, mis ojos de un azul cielo, que también es herencia de mi padre. Los labios carnosos solo añaden un poco de feminidad a mi apariencia. En la uni tengo dos mejores amigos uno de ellos es Joaquín Garza, alguien muy “único”. Es un tonto por naturaleza, un chico al que conocí cuando tenía 5 años y se mudó por mi barrio. Al principio no hablábamos porque cada vez que pasaba por su casa, su madre lanzaba unos gritos que estremecían a cualquiera y sinceramente, le tenía bastante miedo. Joaquín es un risueño chico de ojos de un gris intenso parecidos a las cenizas, tiene el cabello castaño con reflejos dorados que le cae en puntas y siempre lo lleva bastante alborotado. Tiene un montón de admiradoras, pero el pobre es demasiado despistado, porque nunca se da cuenta del montón de chicas que lo aman en secreto, entre las cuales está mi amiga Isadora y otra chica de nombre Martina que no conozco muy bien, puesto que llegó este año como traslado de otra ciudad. Mi otro mejor amigo es él… un chico con un aire de misterio con los demás, y totalmente una persona diferente conmigo, Josh Palacios, es su nombre. Es un chico alto como de un metro ochenta y algo. Su cabello es color rubio; su cara siempre o bueno, la mayor parte del tiempo tiene una expresión seria; su tez es blanca; sus ojos son muy hermosos, son claros como los míos, pero de color verde demasiado profundo que atrae demasiado, diría yo. "Que me atraen demasiado…" Ey, bofetada mental para mí. Continúo. Producto de esto, es el chico más popular de la universidad y además, el más codiciado. Todas las chicas quieren tener una cita con él y casi todo el tiempo se le están lanzando para que les haga caso. Son pocas las relaciones que ha tenido con algunas muchachas de su facultad y en su mayoría, he sido yo precisamente la celestina de cada romance suyo, aunque bueno, casi la mayoría de ellos no duraba ni siquiera un mes. Él también ha sido mi celestino de los dos novios que he tenido. Ha sido precisamente él quien me ha ayudado. Mi primer novio se llamó Edgar, un chico pelinegro de otra facultad que conocimos cuando fuimos a ver un partido de fútbol de la selección de nuestro país, rumbo hacia los finales de la ciudad. Desde que puse los ojos en él, me quedé impactada, en ese tiempo me dije a mí misma que ese chico era realmente mi tipo, esa mirada, esa sonrisa, la forma de patear el balón y su espectacular cuerpo, hicieron que se me cayera la baba en seguida. Josh se dio cuenta de cómo lo miraba y ni corto ni perezoso me dijo que me ayudaría a conquistarlo, puesto que entre fans del equipo tenían más o menos una relación por los próximos eventos en las eliminatorias. Después de que mi amigo me lo presentara, empecé a hablarle y así nació una relación entre los dos y aquel muchacho se convirtió en mi primer enamorado. Duramos solo dos meses, puesto que debido a que su abuelita de nombre Clara, le diagnosticaron una enfermedad y él tuvo que ir a la capital a que la trataran y decidimos cortar, aunque nunca perdimos la comunicación y cada cierto tiempo me llamaba y me preguntaba cómo me encontraba. Mi otro novio con el que Josh también me ayudó se llama Felipe y es un compañero un año más adelantado que nosotros y bueno, con él terminé porque tuvo que irse a otra universidad y terminamos perdiendo el contacto. Es desde esa noche que no sé, siento vergüenza de lo que pasó. ¿Qué dirá Josh cuando me vea o los demás? Y ahí estaba nuevamente, debatiéndome entre ir y no ir a la facultad. No sabía qué hacer cuando lo viera. Estaba muerta de nervios, siempre fue mi amigo y tenía miedo de que esto arruine nuestra amistad o en realidad, lo que sentía desde ese día, terminara arruinándola. ¡Estoy decidida! ¡Iré a la universidad! Tomé mi mochila y me vestí rápidamente. Iba un tanto retrasada pero no importaba, sabía que el profesor me dejaría entrar. Encontré el desayuno en la mesa, mamá debió dejarlo ahí antes de ir a su trabajo, lo comí rápidamente y salí corriendo hacia las calles, 3 cuadras me separan de la escuela, al final un tanto agitada, llegué. Pasé por mi casillero, me sequé con una pequeña toalla, fui al baño a lavarme la cara y aplicar un poco de maquillaje y entré al salón. Me senté al último de la fila y vi que aún no está aquí, el pelinegro estaba adelante haciéndole arrumacos a Isadora, parece que al fin ya son novios. Mi celestina interior ruge de emoción. Como vi que él estaba en otro submundo, tomé mi celular y empecé a jugar, me aburrí al poco rato y puse música, hasta que escuché que alguien me llamaba. Volteé lentamente, mi corazón estaba a punto de colapsar y vi su figura ahí, a centímetros de la mía con una sonrisa en el rostro listo para decirme: —Vivian, me puse a buscarte por toda la facultad, pensé que no vendrías —yo me quedé muda, él se acercó y me dio un beso en la mejilla, nuevamente muy cerca de mis labios—. Te extrañé, ¿porque no me contestaste las llamadas? —dijo, separándose de mí. ¡Tierra trágame! No pensaba contestarle. Ehmm, digamos que es complicado. Lo miré y me pregunté porque no está en su casa, sufriendo aún de la resaca. ¡No! Desvié esos pensamientos de mi cabeza. Él ya estaba ahí y preguntándome por la confusión que me ha sometido sus labios en aquellos besos del sábado. De mi boca solo salió un balbuceo. —Josh… yo… yo… ¿Y ahora qué rayos iba a decir?
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