Mi hermano es un fanático del hockey y todos los deportes, aunque sus labios no lo pronuncien es su deporte favorito, se disputaban las nacionales y Sergio decidió que no quería palco, quería estar al lado del hielo. En Mainvillage un imbécil decidió que el vidrio que los separa de la pista es medio. Eso quiere decir que no protege a toda la población y yo estaba entre los desfavorecidos, bebiendo una cerveza cuando un disco explotó mi vaso, miré hacia la pista impresionada y el jugador se quitó el casco, yo me puse en pie.
—¡Así pretendes ganar pedazo de mierda!
—Eh, Mily, es el calentamiento para el partido. —Advirtió Sergio. —Evita que nos echen.
—No, ¡no voy a arriesgar mi vida y mi salud física! Me voy. —Él patinó hacia mí, abrió la cabina para llegar a mi lugar. Caminó por el pasillo para llegar donde estaba, en su intento de alcanzarme y se quitó los pantalones, tiró el casco, el stick y corrió detrás de mí.
Pidió una cerveza cuando pasábamos por el área de comidas y fue entonces cuando me volteé y le miré, sonreía hacia mí con el vaso extendido.
—Soy una más.
—No, definitivamente no eres una más. Eres la primera a la que le rompo el vaso. Lo mío es meter el disco en su lugar, anotar puntos y la gente aplaude mientras gano puntos en tu corazón.
Sonreí, era inevitable hacerlo con esos ojos preciosos y grandes, la sonrisa alineada y blanca, además de coqueta acompañada de los hoyuelos más encantadores, que le hacían lucir tan juvenil y relajado. Un hombre guapo que dejó su partido por mí.
—Okay...—dije y tomé un sorbo de la cerveza que me ofrecía, le tiré el resto.
—Controla tus hormonas y vuelve. —gritó el entrenador.
—Estoy ocupada con la futura señora Zollinger—sonreí.
—¿Estás bañado en cerveza en la pre- final, en un tiempo fuera?
—Escucha al que lleva tus huevos—propuse.
—No, nena, los llevas tú. Promete que si gano cenaremos—le miré divertida y Sergio se acercó.
—Vamos, te paseaste en mi partido y no quiero que nos asocien después de esto.
—Ah… qué caballero.
—¿Estás con él? —preguntó al mirar a Sergio.
—Sí.
—Hombre, voy por ella —comentó y le miré seria antes de tomar la mano de Sergio, el cual me sorprendió cuando respondió:
— Su número es 28394456—Le miré y se encogió de hombros. —¿Qué? Quiero ver el juego en casa.
Él sonrió mientras repetía el número. Mi hermano es excelente en deportes y es uno de los hombres más brillantes de la historia, así que no suelo seguir los estereotipos que hay sobre los deportistas, sin embargo; Drake es demasiado guapo, muy bueno en el juego y por las revistas de chisme sabía que bueno en la cama.
No sin que mi hermano aclarase que mi ruptura no era cosa reciente y si no iba a salir corriendo detrás de Maximus, necesitaba tener citas con hombres productivos en la sociedad y heterosexuales, porque los prospectos de Kent no jugaban en mi liga. Intenté molestarme, sin embargo; tenía cierta razón.
En cuánto llegamos a casa, fue directo a la sala de televisión, él miró el partido desde su televisor, fui a lavarme el olor de cerveza y luego a jugar a las muñecas con Olimpia, las dos nos divertimos demasiado. Oli es demasiado madura para su edad a veces siento que a forma de ser de mis tíos le influye demasiado, por ejemplo: sus Barbies siempre están trabajando y son súper exitosas. Me tiene a mí, su única hermana que no puede dejar de llorar porque Max se fue y el imbécil de Octavio volvió a Mainvillage, en serio la vida no sabe sonreírme.
Es cuando me preguntó ¿hay amor para mí?
Mi teléfono sonó y mi hermana lo contestó:
—Teléfono de Mily Pieth Caine Smith—sonreí y ella hizo lo mismo, me mostró su dulce y desdentada sonrisa. —No me permiten hablar con extraños. No sé si puedo decirle eso. ¿Quién es? ¡O cuelgo! Y tengo el dedo en la pantalla. —ella hace una pausada y aparta el teléfono después de poner la llamada en espera. —Dice que Drake Zollinger, el guapo de Hockey y que si eres mi mamá.
—Estoy casada y tengo una hija—dije en cuanto tomé la llamada, mi hermana me miró sorprendida y le guiñé un ojo.
—Bien, divórciate y le cambiamos el nombre.
—¿Tienes solución para todo? —pregunté.
—Cena por él gane o mejor desayuno. Eso de esperar tantas horas me caga, sabes, Mily te gustaré tanto que desayunaremos, almorzaremos y cenaremos guapa.
—Con todo lo que vas a tomar esta noche. ¿Pretendes desayunar mañana a las seis?
—Nena, haré el pan con tal de estar contigo—respondió.
Me alejé un poco de mi hermana.
—¿Estar conmigo?—repetí.
—Me gustan guarras.—comentó. — Ya sabes el desayuno y eso.
—Es un intenso, dile que sí, y vuelve a jugar —gritó mi hermana.
—Me gustan dotados y con dinero.
—Genial, eso tengo. ¿Puedo saber dónde te re- cojo—reí y él igual.
—Sé conducir.
—Seguro, pero quiero que mi auto huela a ti.
—Casa Caine Smith, te lo dejo de tarea, seis en punto no hay más oportunidades si me pegas plantón—colgué y mi hermana suspiró.
—Hombres.
—Me entiendes completamente —anuncié.
—Hora de dormir —dijo tío Sebas y Olimpia recogió sus muñecas rápidamente, le ayudé a acomodarlo todo, luego le puse en la cama y le di un abrazo extra fuerte.
—Te amo, piojosilla—ella sonrió y me lanzó un beso. Le hizo espacio a su papá en la cama y él se quitó los zapatos antes de darme un beso en la frente.
Se quedó en la cama con mi hermana y le leyó su cuento favorito, ella emocionada repitió las partes que ya se sabía y su papá sonrió. Fui a darles las buenas noches a los gemelos, luego a acostarme, mi tía Olivia se metió en la cama conmigo y me rodeó con el brazo. Sergio le contó y yo terminé de ponerle al corriente con los chismes de mi vida personal, ella asintió y sonrió.
—Creo que todos esos abdominales y ese trasero lo valen.
—Exacto…—Comenté y ella me besó antes de salir de la habitación.
No tenía una cita desde que Max se fue y eso había sido cinco meses antes. Me vestí como de blanco y até mi cabello, me tomé una taza de café con Bastian mientras él leía el periódico, Milo se despertó y nos saludó a ambos, me miró de pies a cabeza.
—Te ves guapa hoy, Mily.
—¿Solo hoy?
—Sí, es que te has visto un poco fachentita las últimas semanas —aclaró Sebastian y su hermano asintió.
—Sí… Eres guapa, pero a veces te ves desgastada—comentó Olimpia.
—Gracias, hermanos.
Ellos asintieron y se cubrieron con el periódico.
—Ustedes qué, ¿a qué hora van a correr o qué? —preguntó Sergio.
—Estamos bebiendo café—respondieron al unísono.
—A mí no me hablen así. Vayan a alistarse, nos vamos en cinco minutos—Advirtió y sus hermanos bajaron el periódico.
Los chicos le dieron un sorbo a la taza de café y fueron a su habitación, miré a Sergio y él a mí, la empleada anunció que tenía visitas y cuando salí. Miré a mis hermanos haciéndole autografiar los cojines de mamá, los miré sorprendida por el atrevimiento al igual que a Drake.
—¿Cuánto vale tu firma?
—Mucho dinero, enano.
—¡Entonces fírmame quiero valer mucho dinero hoy! —Drake rió.
—A que no hay huevos—Dijo su hermano mientras saltaba y Drake el cual tiene ocho años como ellos decidió firmarles los brazos, la frente, las palmas de las manos.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó mi mamá.
—Mamá él es Drake, mi cita, autografiando a mis hermanos.
—Señora Smith, está usted maravillosa— dijo le entregó las flores. —Los niños querían valer mucho dinero hoy.
—Mis hijos valen un banco cada uno —respondió mi mamá horrorizada. Antes de cruzarse de brazos y mirar a los gemelos, ellos seguían sonriendo hasta que miraron a su papá, el cual tenía el ceño más fruncido.
—Buenos días, familia. Sueño de belleza, ¿han oído hablar de él? Quiere decir que si hacen bulla y tengo que despertar con el ceño fruncido me arrugo—explicó Olimpia y se quitó el antifaz. —Están en tantos problemas—comentó mirando a sus hermanos. —Aww, tienen tatuajes. Mamá que genial contrataste un tatuador familiar. Yo quiero mi casa de muñecas—anunció y corrió para extenderle el brazo.
—Tú eres la asistente de Mily.
—Algo…—Respondió y él se agachó para estrecharle la mano.
—Eres muy guapa, ¿crees que estás por cumplir 18? —ella se rió y negó con la cabeza.
—No, me faltan catorce años, pero Mily está extra disponible. Ahora mi tatuaje.
—Esos son autógrafos —Respondió Drake.
—Me puedes firmar unos, se los venderé a los niños en la escuela—corrió a la oficina de su papá. Mi tío Sebastian envió a los chicos a bañarse y quitarse todas las firmas, los dos pensaron en refunfuñar, sin embargo, mi tía les miró como si estuviera loca y se arrepintieron.—Milena tienes que cuidar a quién invitas a la casa—advirtió y yo asentí.
—Perdón, no volverá a ocurrir.
—Ese es marcador contra agua, lo uso con los niños siempre.
—Así que trajiste marcador mágico para autografiar a mi familia.
—No, ando marcadores siempre. Y esos dos son sumamente simpáticos. Lamento los inconvenientes—Olimpia le dio varios papeles y él sonrió antes de firmarlos para ella, mi hermanita puso su mano sobre el hombro de Drake el cual estaba inclinado pasándole papeles con su firma.
—Pensé: ¿por qué no vienes a mi fiesta de cumpleaños y les firmas autógrafos?
—Olimpia él está muy ocupado.
—Si quiere salir con mi hermana más le vale desocuparse—Respondió a sus papás y los cuatro tuvimos que aguantar la risa.
—Olimpia, ¿cuándo cumples años?
—En cinco semanas.
—Eres buena con los números. En mi casa hay una pista de hielo fantástica, creo que una fiesta sobre hielo está muy de moda ¿no?
—No está de moda, pero podemos hacerlo funcionar si el hielo es morado.
—Genial, entonces, hielo morado, globos, niñas de cuatro, cinco y seis años, ¿algo más?
—Algodones de azúcar.
—¿Qué tal si mañana vuelvo y lo resolvemos Mily, tu mami, tú y yo?
—Oli, tiene toda una fiesta planeada—Comentó mi tía un poco más tranquila. —Pero es muy condescendiente de tu parte.
—Olimpia y yo tenemos la línea de la comunicación muy abierta, podemos tener ponis.
—¿Sobre hielo?
—No, cariño, en el jardín. ¿No queremos matar a nadie?
—Hay tres niñas que mamá me obligó a incluir, no sería mala la idea—Drake rió.
—Siria, tú ve a supervisar a tus hermanos, con esa restregada de firmas que se tienen que pegar—ella estrechó la mano de Drake y le agradeció por la pista de hielo morada que le prestaría y los ponis. Mis tíos miraron a Drake y él sonrió antes de decir que tenía algo por los niños y que realmente le gustaría prestar su patio para la fiesta, mis tíos le miraron sorprendido.
—No tienes nada que decir.
—No. Acabas de insinuar que matarías a tres niñas de cuatro años.
—Todo por Olimpia.
—¿Quieres impresionarme con una fiesta para mi hermana?
—Mi hija cumpliría la misma edad en cinco semanas.
Los dos nos quedamos en silencio, puse mi mano sobre la suya.
—¿De qué murió? —pregunté y él se encogió de hombros.
—Me pone muy oscuro… ¿No quieres probar mi desayuno?
—¿Sigues casado? —negó con la cabeza y sus ojos grises se tornaron oscuros.
—No—respondió.
Entendí que era un tema vulnerable e inapropiado para una primera cita y que quizá debía enfocarme en el hombre, no el monstruo gigante del hockey, el sensual hombre, su pasado, sus tatuajes o decisiones simplemente en el hombre detrás de todos aquellos. Le sonreí y probó una cucharada de su desayuno.
Es curioso porque Drake no era el hombre de mis sueños o no como lo soñé, pero era el hombre que no le importaría cruzar el mundo, dejar el trabajo, cargar conmigo y con mis hijos. Desde esa primera cita entendí que con él no se trataba de sexualidad es un hombre abriéndose al amor luego de experimental lo inimaginable.