DIEZ Caitlin yacía acurrucada en una bola sobre su cama. Llevaba horas yaciendo así. Había pasado algún tiempo desde que Caleb se había marchado, al igual que Sera. No sabía cuántas horas habían pasado desde que le había ordenado que se fuese. Desde entonces, no había sido capaz de moverse. Solo yacía allí, congelada, deseando morir. ¿Cómo pudo hacerle esto? ¿Un niño? ¿Cómo pudo no haberle dicho? Por otra parte, se preguntó nuevamente, ¿en verdad tenía él alguna obligación? Solo se habían conocido por unas semanas, ¿o fueron días? Caitlin se sorprendió al pensar en ello. Sentía como si hubieran estado juntos por años. Tal vez su relación fue más fugaz de lo que creía. No. No era así. Definitivamente, había algo más. Ella lo vio en sus ojos. Lo sintió en su corazón. Él tenía fuertes sen