*Alejandro* Mi cuerpo se encuentra predispuesto en la silla de la oficina que me han proporcionado desde que llegué. Todo se ha vuelto un caos en mi mente, al no poder dejar de pensar en ella, desde que toqué el piso de España. Sus ojos verdes y su cabello dorado, me llevan a un delirio. Mientras que su rostro con todas sus facciones en conjunto; su nariz, esa boca tan deliciosa que al curvase sus comisuras de manera excitante en una sonrisa, me dan el placer se ver cómo sus pómulos aparecen rozagantes. Tengo miedo de que ella se haya vuelto una droga para mí. No puedo ya dejar de mirarla cuando estoy con ella, lo intento, pero sería un pecado. Esa piel, que quiero tocar, no quiero detenerme en tocarla. Esa voz; ese carácter que me sorprende, es la chica más rebelde y terca que he con