Cuando la loba despierta, se sorprende al ver el enorme cuerpo del Don. Su amplia espalda es recorrida por sus ojos hasta llegar al final de las colchas que cubren parte de sus nalgas bien formadas por sus horas en el gimnasio. El Don no podía dormir, por lo que salió en horas de la madrugada y llegó a las 5:00 a.m. a la mansión, subió hasta su habitación y le alegró encontrar a la loba dormida en su cama, así que se desvistió y acostó a su lado sin intención de despertarla. Kara respira su embriagante aroma y suspira feliz porque está de vuelta. Se acerca a él y recuesta su cabeza en su espalda para sentir el calor de su piel. El Don se gira y queda bocarriba. Ella observa su rostro relajado. De manera automática, la mano del Don atrae su cuerpo al suyo. Aún sigue profundamente dormido po
