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850 Words
Al pasar un año en Francia se radicaron en la ciudad de Estrasburgo, comenzando como una familia de clase baja en vista de que Bernarda no tenía la fortuna que disponía en su país natal, solo contaba con los estudios académicos que poseía. Meses más tarde, dio a luz a una niña fruto del amor con Stuart, ese día fue muy peculiar ya que justo al momento del nacimiento hubo un eclipse. Como si ese hecho astronómico fuera a tener algún significado para la pequeña. La reacción de los doctores al verla fue que evidenciaban que era increíblemente atractiva para ser solo una bebe. La niña de la historia soy yo, Melania Simond. Los sucesos de cómo se conocieron mis padres es tan conocida para mí porque desde que tenía cinco años la han relatado como si se tratara de un cuento de princesas que fuese importante conocer. Ahora tengo doce años, se podría decir que soy extrovertida, tengo muchas amigas o mejor dicho solía tener. En vista de que soy muy llamativa comencé a recibir de parte de ellas malos tratos, al parecer sentían envidia y molestia porque suelo destacar con esa galanura con la que nací. A pesar de que les enfatizaba que no propiciaba esa atención desmesurada y que esa particularidad es algo que es parte de mí, no logre nada, solo se alejaron y desde entonces he permanecido sola. En la escuela no suelo ser la estudiante brillante, ni siquiera podría decirse que soy promedio, realmente soy muy deficiente en ello, siempre he pensado que mi futuro está en las pasarelas. A menudo le digo a mi madre que no soy para los estudios sino para posar en las revistas, aunque no soy suficientemente alta como por lo general se requiere, sé que nací para eso. Físicamente soy de tez clara como mi madre, mi cabello es obscuro como azabache y mis ojos son de color avellanas como los de mi padre. En muchas ocasiones me han dicho que mi mirada es muy particular, lo cual siempre me deja sin entender a que se refieren con eso. Habiendo pasado por ese lapso de tiempo llegue al centro de mi adolescencia, actualmente tengo quince años y con eso los pretendientes fueron en ascenso ya que mi cuerpo empezó a desarrollarse favorablemente, convirtiéndome en una chica ventajosa a diferencia del resto, sobre todo por mi busto, mismo que resaltaba por su prominencia, aparte de eso mis glúteos al ser de un tamaño promedio aportaban el equilibrio deseado. También el hecho de que siempre he tenido buen abdomen, una angosta cintura, brazos y piernas bastante acorde con el resto de mi cuerpo permitía que se correlacionara perfectamente mi silueta femenina. Mi aspecto en general ayudaba aún más a sobresalir así no lo quisiera y debido a esto la seguridad emocional nunca me ha faltado. El ser tan llamativa me ayudo a conocer a Jake Collins, un chico que era dos años mayor, característica de él que me encantaba dado que rechazaba que fuesen menores o de mi misma edad. Su personalidad rebelde me cautivo completamente, en especial por su forma despreocupada de ver la vida, diría que fue lo que más me enamoro de él. A pesar de las diferencias de edades notaba que teníamos semejanzas en algunos aspectos, uno de ellos era que tampoco se aplicaba en los estudios, con frecuencia andaba en motocicleta y tenía tatuajes que según su apreciación simbolizaban las vivencias que ha tenido en la vida. En vista de que vivía en otra zona de donde resido esa era una de las limitantes, al igual que mantener nuestra relación oculta debido a que mis padres no deseaban que tuviese un compañero romántico todavía. Aun así me las ingeniaba y nos encontrábamos. Pasado un tiempo con el quise comenzar a tener experiencias, una de ellas en vista de su insistencia y de la mía por querer saber lo que era el sexo, tuvimos relaciones por primera vez, tomando en cuenta que ya era mi novio y que tenía la suficiente confianza para dar ese paso. Aunque manteníamos nuestra relación de esa forma, mi madre de alguna manera se enteró de su existencia, desde ese momento siempre se interponía para que no siguiera con Jake, enfatizándome que temía de mi futuro, palabras que ignoraba y solo pensaba como había descubierto lo nuestro, quizás por mi comportamiento o por las frecuentes llegadas tarde a casa. Un día luego de haber tenido otro de nuestros encuentros clandestinos mi padre estaba esperándome en la entrada del modesto hogar donde habitamos, luciendo muy molesto al verme. —Al fin llegas, Melania —Me tuvieron hasta tarde en la escuela— respondí, mintiendo como siempre. Esa tarde había asistido con mi novio al lugar donde trabaja un amigo suyo, mismo que se desempeña siendo tatuador. El motivo de ir a dicho lugar era debido a que decidí hacerme un tatuaje, el cual enfatice que tuviese forma de mariposa, símbolo que para mí representaría esa libertad que anhelaba. Me sentía ahogada con mis padres, siempre estaban pendientes de todo lo que hacía.
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