Aun sintiendo sus parpados un poco pesados, Casper de todas formas los forzó a levantarse una vez su cerebro comenzó a trabajar, sacándolo automáticamente del agradable mundo de los sueños, en donde nada le lastimaba y no sufría. Alzando su mano, el omega restregó sus ojos cuando estos no quisieron cooperar con lo que deseaba y luego lo intentó nuevamente, esta vez logrando abrirlos para contemplar una habitación desconocida totalmente oscura. El breve temor que le invadió, rápidamente le abandonó cuando sintió el aroma de Aiden envolviendo cada rincón de la habitación. Tomando una profunda bocanada del dichoso aroma a chocolate amargo y tomillo, Casper lo disfrutó antes de girar sobre su costado, finalmente contemplando la figura del alfa sentado en una silla al lado de su cama. Con l