Capítulo 1

3100 Words
Metiendo las manos dentro del bolsillo de su desgastada sudadera con algunas manchas de suciedad, Casper siguió manteniendo el puño bien cerrado, temiendo que las pocas monedas que había conseguido, se perdieran o desaparecieran mágicamente tras soltarlas, ya le había pasado después de todo gracias a que uno de sus bolsillos se encontraba roto. Observando sobre su hombro, el omega volvió la vista al frente tras no encontrar nada extraño y entonces dobló repentinamente, metiéndose en el callejón. Caminando sobre las manchas de agua y evitando las sustancias desconocidas y de no muy buen olor, Casper siguió de largo hasta que encontró el contenedor de basura vacío junto a una gran caja abandonada al lado, oculta detrás del basurero. Agachándose, el joven omega se quitó sus zapatillas y luego entró en la caja, escondiéndose en el fondo antes de sentarse cruzando sus piernas, tratando de volverse lo más pequeño posible para caer bien en su refugio temporal, cosa que realmente lograba sin mucho problema. Inclinándose, Casper corrió sus zapatillas más adentro de la caja para no perderlas y luego finalmente sacó las monedas de su bolsillo. Dejándolas frente a él, el omega las contó cuidadosamente unas tres veces y después las dividió en las cosas que podría comprar si entraba a una tienda de conveniencia. —Una botella de agua y tres sándwiches —murmuró y arrugó su nariz con disgusto. Si tan solo no hubiera perdido su botella, habría podido seguir llenándola en el parque cercano como lo había estado haciendo y así, podría comprar más comida. Aunque iba al refugio para indigentes, no siempre alcanzaba a coger algo de comer y mucho menos una cama, por eso tenía su pequeño refugio que lo mantenía alejado y abrigado de las frescas ventiscas que corrían en la tarde. Si era sincero, todavía le sorprendía que su pequeño escondite siguiera cada vez que volvía a él. De la mala forma, había aprendido que otras personas que se encontraban en la misma situación que él, o al menos similar, no les importaba robar y mucho menos golpear con tal de conseguir las cosas. El primer día que había acudido al refugio, le habían entregado una caja con un cambio de ropa, y cosas para el cuidado personal, incluido unos pocos supresores en forma de cápsulas. Solo necesito un baño para perder absolutamente todo, y si no fuera porque le había pedido a una joven que cuidara de su ropa, hasta eso le habrían robado. —Lo sé, yo también tengo hambre —murmuró, colocando una mano sobre su vientre cuando este sonó dolorosamente fuerte. Soltando un suspiro cansado, Casper juntó sus labios regordetes y los apretó con fuerza cuando sintió que el inferior comenzaba a temblar suavemente, y al sentir el característico ardor en su nariz, el omega tomó una profunda respiración mientras parpadeaba varias veces, negándose a permitirse llorar. Llorar no le iba a servir de nada, hacía mucho tiempo que lo había aprendido, y aun así... Era algo que no podía evitar hacer cada vez que pensaba en la situación en la que se encontraba. —Si tan solo no hubiera escapado —musitó, y sus labios inmediatamente se arquearon hacia abajo en una mueca. Sin pensarlo, alzó sus manos y se dio a sí mismo una abofeteada en cada mejilla que le sacó un pequeño quejido, pero le hizo reaccionar. —No digas estupideces, Casper, has hecho lo correcto —se alentó a sí mismo mientras se arrastraba hacia adelante nuevamente. "Quedarme significaba que alguien iba a morir" se recordó tocando instintivamente una mano en su vientre antes de colocarse sus zapatillas. —Sí, hice lo correcto —anunció, tomando sus monedas para cerrar sus manos en puños antes de levantarse y salir—. ¿Qué pasa si tengo un poco de hambre? El agua es buena y lo arregla todo —expresó mientras salía del callejón—. ¿Una ducha? Está sobrevalorado, y nada que la fuente de agua en el parque no puede arreglar. ¿Un baño? Siempre puedo ir al de las paradas de buses y el de los refugios. ¿Ves? Todo tiene solución —exclamó deteniéndose. Tomando una profunda respiración, Casper observó sus sucias zapatillas y recordó los zapatos bonitos y cómodos que Julian siempre le compraba junto a una bonita ropa de marca innecesariamente cara. —Estoy mejor —decidió y alzó su cabeza con decisión. Acercándose a la salida del callejón, Casper observó cuidadosamente a su alrededor, y cuando no se encontró con nada extraño, salió obligándose a sí mismo a mantener un paso constante y no rápido, o solo llamaría más la atención y eso era lo que menos deseaba hacer. Llevaba tres semanas desde que había escapado de esa jaula en la cual su alfa le había encerrado, y quería seguir probando de la libertad por más dura y fría que podía ser a momentos. Acomodando el gorro de lana sobre su cabeza, bajándolo para ocultar su cabello, el omega siguió con su camino, asegurándose de siempre mantener la mirada baja y evitar el contacto visual con cualquiera. Observando la tienda de conveniencia y el comienzo del atardecer, Casper mordisqueó su labio inferior reseco, sintiendo nuevamente ese sabor metálico en su paladar y entonces se detuvo. "Bien podría probar algo de suerte en el refugio" pensó siguiendo de largo. Si llegaba y alcanzaba un plato de comida, entonces podría gastar su dinero otro día, lo que le haría durar más y a la vez, le aseguraría que tendría algo de comer. Y si no conseguía nada, solo tendría que comprar. Siguiendo su camino y evitando encontrarse o meterse en el de otros vagabundos, el omega subió los escalones de la entrada y se acercó al personal en la puerta. —¿Comida por favor? —pidió, moviéndose de un pie a otro mientras la mujer mayor revisaba sus bolsillos. —Tienes suerte —anunció entregándole una tarjetita plastificada con un número—. Disfruta tu cena y no olvides entregar la tarjeta una vez recibas tu comida, por favor —pidió. Observando con una sonrisa la tarjeta en su mano, Casper asintió repetidas veces mientras agradecía e inmediatamente fue hacia la fila. Cuando una persona chocó repentinamente con él, el omega se aferró tanto a sus monedas como a la tarjeta y se alejó tan pronto como sintió las manos ajenas buscando algo que quitarle. —Por favor, no he comida en días —pidió en tono bajo y sumiso cuando el otro hombre mucho más mayor le siguió en la fila. Cuando el tipo solo le sonrió silenciosamente, Casper se presionó más contra la mujer que estaba frente a él, logrando que esta volteara a verle molesta. —Lo siento —susurró bajando inmediatamente la mirada cuando sus ojos celeste hielo se encontraron con los de la extraña mujer. Chasqueando su lengua, la beta observó al hombre detrás de ellos. —Si no tienes número piérdete —gruñó. —Tengo mi número —anunció el tipo, señalando al pequeño omega indudablemente asustado. —¡Aquí! Este tipo no tiene número y se lo quiere robar al chico —gritó la beta, llamando inmediatamente la atención de los encargados que se acercaron y lo sacaron de la fila tras comprobar sus palabras. —Gracias —musitó Casper con un suspiro de alivio cuando el alfa fue alejado. —No lo hagas, llevas tiempo aquí, ya deberías de estar acostumbrado a proteger lo tuyo —reprochó volviendo su atención al frente, ignorándolo. Casper juntó sus labios y bajó la mirada para esconder el débil temblor de su labio inferior.  El omega sabía que las palabras de la mujer eran verdad, pero era algo difícil para él enfrentar a un alfa o a cualquier otra persona cuando había sido educado y entrenado simplemente para obedecer, ser bonito y mantener su boca cerrada. Julian ciertamente lo prefería así, y más de una vez se le demostró abusando de su poder como alfa, o expresándolo directamente con palabras y sus puños, si encontraba que Casper estaba siendo especialmente desobediente. Estremeciéndose suavemente al recordar los puños del alfa golpeándole, dejando bonitos colores dolorosos que se marcaban perfectamente en su pecosa piel cremosa, Casper agitó su cabeza intentando salir de aquellos malos recuerdos horribles. No tenía sentido pensar en ello en ese momento, ya no estaba con su alfa, era libre. Cuando fue su turno en la fila, Casper entregó la tarjetita con el número impreso y a cambio, recibió su bandeja con comida nutritiva y deliciosa, junto a una botella de zumo. Agradeciendo eternamente, el omega se dirigió hacia las mesas, e instintivamente, eligió en la cual estaba la mujer que le había ayudado. Sabía que, si alguien le volvía a molestar, ella no le volvería a defender, pero aun así prefirió quedarse con la ilusión de que podría hacerlo y tomó asiento. Inmediatamente, Casper asumió la misma posición que los demás y subió su brazo izquierdo para rodear su bandeja de comida mientras se inclinaba ligeramente sobre esta, limitando las aberturas donde una cuchara ajena pudiera pasar y simplemente sacar de su alimento. Manteniendo sus ojos en la comida, el omega comió hasta que su estómago dolió al no estar acostumbrado a comer esa porción y se enderezó levemente, masajeando su abdomen. A diferencia de él, los demás no parecían tener el mismo problema y rápidamente comenzaron a dejar la mesa. Forzando una cuchara más a su boca, ya que no sabía cuándo tendría la oportunidad de tener realmente una comida, los labios del omega con dulce rostro aniñado se torcieron. Cuando una bolsa fue lanzada repentinamente frente a él, Casper se sobresaltó ligeramente y observó a su alrededor hasta que se encontró con la misma mujer que le había ayudado anteriormente. —Guarda lo que no puedas, niño —ordenó sin mirarlo, concentrada en que los restos de su comida no cayeran fuera de la bolsa. El estómago del omega se apretó al pensar en guardar la comida en la bolsa para comerla después, pero ante la posibilidad de no comer absolutamente nada, desechó rápidamente el disgusto y la vergüenza para hacerlo. Simplemente no valía la pena en concentrarse en aquellas emociones cuando podía morir de hambre por ello. Cerrando la bolsa, Casper la empujó inmediatamente contra su pecho y su otra mano fue hacia su botella. —Gracias —pronunció, pero la beta ya se había ido. Levantándose, el omega observó a su alrededor antes de tomar la bandeja y llevarla hacia donde unas personas se encontraban reuniendo todo para lavarlo. —Gracias por la comida, estaba delicioso —expresó en voz baja, incomodándose inmediatamente cuando consiguió la atención de los que estaban más cerca. —Gracias por traer la bandeja —pronunció un hombre mayor, empujando una manzana en la mano de Casper antes de alejarse. Sonriendo alegremente al conseguir más comida, Casper se despidió y salió de ahí bastante satisfecho con lo que había conseguido ese día. No solo había ahorrado sus monedas, sino que consiguió una deliciosa cena y, por si fuera poco, incluso se quedó con más comida para disfrutar al día siguiente. Volviendo a su escondite con los últimos rastros del atardecer, Casper se detuvo una calle antes cuando contempló un grupo de hombres vestidos idénticamente rondar por los alrededores de forma sospechosa, casi como si... Estuvieran vigilando, buscando. Reconociendo uno de los hombres, Casper llevó instintivamente una mano hacia su boca para no emitir sonido alguno mientras comenzaba a retroceder lentamente. Cuando un hombre salió del callejón donde estaba su escondite, arrastrando su caja, el omega jadeó suavemente y un quejido de puro terror quiso escapar de sus labios al contemplar un auto n***o y lujoso detenerse frente a ese tipo. Con la ventana bajando, Casper no perdió ni un segundo más para correr lejos de ahí tras contemplar el rostro de Julian salir del auto levemente para olfatear la caja, buscando un rastro de su aroma que confirmara que estaba en esa zona. Por supuesto, porque su suerte parecía haber desaparecido y el destino decidió que tal vez ya era hora de volver a ese infierno, uno de los guardias de su alfa se percató de su figura corriendo y dio la alerta para que todos comenzaran a correr detrás de él, logrando que un día que había estado teniendo un buen final, se convirtiera en el peor desde que había escapado. Sin atreverse a observar sobre su hombro para ver cuántas personas le estaban siguiendo, Casper dobló y su mirada reparó en una escalera de emergencia colgando frente a él.  Afirmando la bolsa con sus dientes, el omega alzó sus brazos y pegó un salto con todas sus fuerzas. Logrando a afirmarse de una de las barras, inmediatamente impulsó su cuerpo hacia arriba y subió a la pequeña plataforma de metal. Retrocediendo hasta que su espalda tocó la pared de ladrillos, Casper se volvió lo más pequeño que pudo y casi contuvo la respiración mientras contemplaba a los hombres uniformados correr bajo de él, siguiendo de largo por la calle. Esperando unos segundos más, hasta que estuvo seguro de que nadie más iría detrás de él, el omega esperó un poco más y sacó su botella de zumo para beber un poco, refrescando su garganta. Asegurando bien la bolsa, Casper la dejó escondida en la escalera, temiendo que esta se rompiera y ensuciara aún más su bolsillo por si tenía que volver a correr. Luego, guardó su botella junto a su manzana en los bolsillos de su sudadera, asegurándose de cambiar sus monedas en el que no estaba roto. Ya listo, Casper se inclinó ligeramente hacia adelante y observó como los faroles se encendían para iluminar las calles tras caer totalmente el sol del cielo, dándole el paso a la luna con ello. Observando a ambos lados, el omega lentamente se movió bajando por las escaleras. Cuando una de las barras se rompió casi al final, el joven omega ahogó un grito de terror mientras sentía su cuerpo cayendo y cerró sus ojos. Un rayo de dolor le atravesó cuando su cuerpo impactó con el suelo y su labio inferior se rompió tras morderlo para no saltar sonido alguno. Parpadeando lentamente, Casper observó el oscuro cielo estrellado mientras esperaba que el mareo desapareciera junto aquellos pequeños puntitos negros en su visión. Cuando pensó que ya nada iba a pasar, se sentó lentamente y luego se levantó. Alzando una mano, el omega tocó su cabeza en busca de sangre, quedando un poco más tranquilo al no encontrar nada más que dolor en cierta zona. Sabiendo que no podía volver a su escondite, Casper salió atravesando la calle para seguir de largo, tomándose un poco su tiempo ante el dolor palpitante en su cabeza. —¡Aquí está! ¡Lo veo! —gritó alguien, logrando sobresaltar al joven omega que inmediatamente observó sobre su hombro, encontrando a uno de los guardias de Julian. Quejándose miserablemente por el esfuerzo, Casper comenzó a correr nuevamente, como si su vida dependiera de ello, y por lo que a él respectaba, así era. Sintiéndose aterrado como más voces y pasos se sumaban lentamente al hombre que le había comenzado a seguir, el joven omega tomó cualquier desvío, lamentándose cada vez que veía menos tiendas abiertas y casi nadie en las calles para pedirle ayuda. Encontrando un callejón, Casper inmediatamente entró en este y caminó hasta el final. Escondiéndose entre dos contenedores grandes de basura, se volvió una pequeña bolita y se cubrió con una bolsa rota frente a él. Cerrando sus ojos con fuerza, el joven omega contuvo la respiración mientras repetía en su mente "por favor, no dejes que me atrapen" una y otra vez, casi como si este fuera un mantra. Cuando escuchó ruido en el callejón, instintivamente todo su cuerpo se tensó y Casper realmente dejó de respirar mientras sentía los pasos haciendo eco por el lugar. —Lo encontré —anunció una horrible voz, quitándole la bolsa de encima. Observándole asustado, Casper inmediatamente intentó luchar contra las manos que le tomaron con fuerza, obligándolo a salir de su escondite. —¡No! ¡Por favor, no! ¡No me lleven con él! —gritó desesperadamente, luchando con sus brazos y piernas, intentando volver a su escondite. —Maldición, ayúdenme con él —gritó el alfa que lo sostenía, logrando que sus dos amigos le afirmaran de las piernas para impedir que siguiera luchando. —¡Déjenme ir! —gritó aterrorizado, logrando que su aroma de melocotón y crema se agriara ante su intenso miedo—. ¡Por favor! —rogó, sintiendo como sus ojos se llenaban de lágrimas de frustración y miedo. —Pero miren nada más con qué me he encontrado —anunció otro hombre a la entrada del callejón, pero a diferencia de los guardias de Julian, este vestía completamente de cuero. —Aléjate, este no es tu asunto —gruñó el tipo que lo había apresado. —¡Déjame ir! —gritó nuevamente Casper, retomando su débil lucha. —No parece que quiera ir con ustedes —indicó el tipo desconocido. —Y yo te dije que no era tu maldito asunto —exclamó soltando y empujando al omega fugitivo en los brazos de otro guardia. —¿Qué demonios está ocurriendo aquí? —espetó otra voz, molesta.  Y entonces, otro tipo igual de alto, vestido de n***o, con tatuajes cubriendo ambos brazos y un aire peligroso rodeándole, apareció. —Creo que estamos presenciando un secuestro —anunció el primer tipo desconocido. —No hay ningún secuestro al lado de mi tienda —gruñó el otro alfa de cabello castaño claro—. Suéltenlo —ordenó. —No lo haremos —anunciaron los captores de Casper —¿No escucharon a mi amigo? Dijo que lo suelten —gruñó el otro tipo, y entonces, más hombres de aspecto peligroso aparecieron detrás de los dos desconocidos. Casper pudo apreciar la duda de sus captores, él también la tenía realmente, pero no dudó en aprovechar la oportunidad para salir del agarre y alejarse, retrocediendo, alejándose de todos. —Largo de aquí —ordenó el tipo con sus brazos tatuados.  Observando como los guardias de Julian se iban, el omega se permitió unos segundos para respirar, lo que provocó que sus piernas se sintieran débiles y se estrellaran contra el suelo. Alzando la mirada, se encontró con unos oscuros ojos observándole preocupados mientras su cerebro lentamente dejaba de trabajar. Fue extraño, pero Casper estaba seguro de haber escuchado algo parecido a una campana de viento a lo lejos antes de caer completamente inconsciente.
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