—¿Quieres algo más de tocino? —ofreció Alan, volviendo a sentarse en la mesa tras apagar en la cocina. —No, pero gracias —respondió Aiden, agarrando un poco más de huevo revuelto. —Si lo que te preocupa es dejarle algo a Casper, te digo que hice más de la porción habitual con eso en mente —indicó el hombre mayor. —Bueno, entonces... Solo un poco más —aceptó, levantándose con su plato para servirse más de tocino. —¿Él chico aún no despierta? —preguntó Alan, tomando su taza de café. —No —suspiró—. Anoche no le atacó la fiebre, pero si lo hizo los malestares del embarazo —contó—. Me desperté más temprano de lo habitual y fui a revisarlo, solo para encontrarlo con la temperatura elevada, solo poco antes de bajar a desayunar que logré bajársela —explicó. —Pobre chico, si no es el tema de