El día de la boda llegó, y mientras todos están de aquí para allá terminando de prepararse, yo no dejo de pensar que a partir de ahora mi vida va a cambiar por completo; me voy a convertir de la noche en la mañana de novicia a esposa de un mafioso conocido por sus negocios empresariales, sin saber que detrás de ellos se esconde un monstruo, uno capaz de destruir todo a su paso contal de obtener sus caprichos más oscuros.
No me inmuto en mirarme en el espejo, no quiero ver cómo me queda el vestido blanco que marcará mi existencia desde ahora, así que solo bajo el velo y salgo de la mansión para subirme en la limusina que me espera afuera.
Mi mayor miedo no es casarme con él, el mayor miedo que siento es que se dé cuenta que soy la suplente de mi hermana, que me estoy casando haciéndome pasar por la mujer con la que él quería casarse y que cuando se entere me mate.
—¿Y si se da cuenta? —le pregunto a mi abuela que entra conmigo al auto.
—No se dará cuenta, tu y Sofía son idénticas, cálmate hija, todo saldrá bien —dice Greca tomando mi mano.
Mientas el chófer del auto n***o polarizado conduce, yo no dejo de rezar en el asiento de atrás. El corazón retumba en mi pecho con rapidez, mientras los minutos para llegar a la iglesia se vuelven horas para mí.
«Te vas a casar con un monstruo, un auténtico demonio»
Es lo único en que logro pensar en todo el trayecto.
Trago grueso apenas veo el auto detenerse frente a la iglesia, y con un nudo en la garganta me bajo para caminar a mi destino.
«Es un sacrificio»
Las enormes puertas color caoba de la iglesia se abren para mí, así que camino con un nudo en la garganta y con las manos temblando al interior.
No obstante la marcha nupcial comienza a sonar, y mientras mis piernas se mueven hasta él, no dejo de mirarlo; está vestido con un traje n***o que combina perfecto con su aura oscura, sus ojos grises me detallan con cuidado y su mandíbula levemente apretada me indica que le gusta verme.
«Tengo miedo»
Me estoy muriendo de miedo, pero ya no hay marcha atrás. Termino de caminar a mi destino, con el velo blanco cubrir mi cara, tratando de respirar con normalidad para que no note mi nerviosismo, pero lo que me dice cuando estoy frente a él me deja fría:
—Te ves hoy más dulce de lo normal, es porque serás mi esposa, y quieres simular virginidad, cuando tienes dos hijos —dice en mi odio.
Luciano no sabe que yo no soy Sofía, y que efectivamente no solo soy una mujer virgen, sino que fui criada en un convento de monjas.
Trago grueso sin responder a sus palabras, y termino de bajar la mirada.
«Me aterra mirar los demonios en sus ojos»
Está corrompido por el propio Hades, lo sé, puedo deducirlo, pero a pesar de eso no tengo la voluntad de huir de él.
—No te preocupes, sigue fingiendo, que está noche será para tí la mejor noche de tu vida mi querida, Sofía —dice tomando mi mano con brusquedad para que mire al padre.
«Dios mío perdóname por este engaño, pero es necesario»
—Estamos aquí presentes para anunciar un matrimonio entre Luciano Morgan y Sofía Miller, —informa el padre.
Aprieto los puños al oírlo y aunque estoy consciente que puedo huir, termino por quedarme a oír lo que él tiene que decirme.
No solo me estoy haciendo pasar por mi hermana, sino que también los documentos que tiene el padre son de mi verdadera identidad, porque mi hermana ya está casada y ella no podía poner su nombre, así que aunque él piense que se está casando con Sofía lo hace conmigo.
—Sofía Miller, ¿acepta por esposa al señor Luciano Morgan para amarlo…? —pregunta el padre.
Me volteo a buscar a mi hermana que está infiltrada entre la gente, pero no logro verla, así que respondo:
—Sí acepto —Mi voz sale apagada.
—Luciano Morgan, ¿usted acepta por esposa a Sofía Miller para amarla y respetarla en la salud…?
—Sí acepto —responde mi verdugo con fastidio.
—Si no hay nadie que se oponga a esta unión hable ahora o calle para siempre.
Un silencio aterrador reina en el lugar, y aunque deseó con todo mi corazón que esta falsa termine, nadie habla, nadie me salva y nadie opina, ¿y como? Si mi futuro esposo es el líder de la mafia Italia, un hombre respetado por muchos, y odiado por otros.
Acepto mi destino y me quedo mirando al frente con los ojos empañados de lágrimas.
—Por el poder que me otorga la ley, yo los declaro marido y mujer —dice el padre dando por terminada mi boda y con eso mi antigua vida.
—¡Yo me opongo! ¡No puede haber boda porque yo soy su esposo aún! —grita mi cuñado entrando a la iglesia.
Todos nos quedamos fríos al oírlo ya que pensábamos que estaba muerto. Cruzo mirada con Luciano, porque esto solo sirve para que se de cuenta de esta falsa, pero no para que me deje ir, porque a fin de cuentas, ya estoy casada con el Demonio.