Vegas sale como todo un demonio de la habitación de Meg, enojado consigo mismo, siente que apresuró la situación, sabe que ha metido la pata, pero hasta el fondo, él piensa que jamás volverá a tener otra oportunidad como esa, para ganarse el corazón de su hermanastra, cualquier pizca de esperanza se acababa de ir al vertedero sin escala. Algunas lágrimas se asoman por sus ojos del coraje.
El escucha como Meg azota la puerta de su habitación desde que él pone los pies fuera. El se va a su habitación, cierra su puerta y se lleva las manos a la cabeza dando vueltas en círculos. Con el puño cerrado golpea la pared de yeso, dejando sus nudillos marcados.
—¿Que mierdas hice?¡Debe odiarme! ¡No podías ser más hijueputa, Vegas Gaer! —se reprende a sí mismo, mientras arranca de un tirón la franel
