Ya eran las Diez de la mañana cuando Nina abre los ojos, el piso rústico de la casita del arbol, el rocío de la mañana y el trinar de la aves, hacen que su sueño se vea interrumpido. Ella se despierta con un bostezo, vuelve a recordar la noche caliente de sexo con el jefe de su mejor amiga y le vuelve a doler la cabeza, sabe que debe enfrentar esa situación. Y dejar todo claro, no quiere que por su culpa su amiga se vea metida en un verdadero problema con esa gente rica.
Nina piensa en armarse de valor y enfrentar lo que ese alfa dominante ha hecho. Nina llega a la casa, puede ver a otra cara nueva de una sirvienta, metida en la cocina. Ella sigue de largo cuando da los buenos días.
—¿Quien es esa?— pregunta Samanta a la ama de llaves.
—Es amiga, de la amiga del joven Routterman. Son do
