Para cerrarle la boca, y tirar al traste todas sus respuestas irónicas y cargadas de desprecio, Hannah se recuperó, no en las dos horas que Orestes estuvo haciendo el sacrificio de permanecer a su lado viéndola jugar porque pese a los medicamentos que le habían administrado la niña parecía haber invertido su reloj biológico, estaba en uno de sus picos altos de temperatura y auna sí la energía que derrapaba era impresionante.
Cuando Orestes decidió irse fue porque ella había dado signos de estar quedándose dormida, y fue así, se durmió con el peluche que más adoraba entre sus brazos y una sonrisa que por boca del mismo Orestes se veía tonta en sus pequeños labios.
Era evidente el nivel de resentimiento que Orestes llevaba en su interior. Ni siquiera el paso del tiempo lo había curado de
