Aiden asintió, esbozando una pequeña sonrisa. —Sí, todo bien. Solo un pequeño recordatorio de por qué me fui de este pueblo —respondió y miró a Liam con seriedad, pero su voz no tenía rastro de la inseguridad que había sentido antes. Liam, sentado al otro lado de la mesa, vio a Cassandra salir del tocador y comprendió el cambio de actitud de Aiden. Cassandra se acercó a la mesa con todo el descaro, saludando a Liam con mucha confianza. —¡Liam! ¡Qué sorpresa verte aquí! —susurró, sonriendo coquetamente mientras se acercaba más de lo necesario. Liam frunció el ceño, incómodo por la cercanía de ella, pero antes de que pudiera decir algo, Fiore intervino. La pequeña se levantó de su silla y corrió hacia su padre, abrazándolo fuertemente por la pierna. —¡Papá! ¿Me llevas a jugar afuera?