—No si lo ofreces en sacrificio a Freya. Él se rió, pero ella pudo ver que no había desestimado su comentario. —¿Sabes qué? Lo haré. Toma esto. Es un regalo. La estatua de Woden se acurrucó en su mano y ella le sonrió. —Gracias, Ken. —Ahora, respondiendo a tu pregunta, por supuesto que tendré que usar herramientas poderosas para un trabajo tan enorme. Seré honesto, será el más grande que haya emprendido, pero estoy confiado que tengo las habilidades y la experiencia para llevarlo a cabo. —¡Grandioso! ¿Y el costo, Ken? Tratando de medir el efecto de sus palabras, la observó a ella, deseando transmitir su integridad. —Como digo, nunca he hecho algo tan grande, así que deberé cubrir el tiempo que me tome. Voy a disparar cuatro mil libras, pero con la condición que, si me lleva más de