—¿Crees que esto va a funcionar? —preguntó Taylor, observando a su madre, quien le estaba tomando algunas fotografías sobre el hematoma en su costado. Como ya había pasado un par de días desde que recibió aquel golpe, el proceso de sanación había avanzado lo suficiente como para que los colores se volvieran mucho más feos, lo cual lucía mucho peor en su suave piel de porcelana. Casi parecía que recibió una gran paliza de su vida que rompió algo internamente. —Bueno, me habría gustado también haber tomado una fotografía de tu nariz sangrante y las manchas que provocó en tu rostro para que vieran lo realmente peligroso que es a tu alrededor —expresó Aurora con un suspiro—. Pero al menos tenemos algo. —Oh, pero si tengo una foto de mi rostro —le recordó, bajando su camiseta—. Te envié una