Solo una Noche

Inocencia.

No se en que momento cometí el mayor de mis pecados o cuando empecé a perder la cabeza por el.

Para ser exacta si mal no recordaba tenía siete años, una pequeña niña regordeta de cabello castaño, era la boda de su madre con un señor llamado Marcos Longoria, no le importaba su unión, aunque en esos momentos su opinión no contaba, siendo apenas una mocosa sin importancia para ellos.

Debo recalcar que Marcos siempre fue amable ella, la trataba con cierto afecto, cuando pasaba por su madre para sus escapadas románticas, llegaba repleto de regalos para ambas. Cada vez era más frecuente tenerlo en nuestro hogar...hasta que un día su madre casi se desmaya cuando este le pidió matrimonio, muy melodramática por cierto...típico en ella, no podía negar que era una consumada actriz de teatro recién retirada.

El día de su boda fue agridulce para ella, por los afanes de la boda, su mamá se equivocó con la talla de su vestido, por lo que estuvo a dieta forzada por una semana, llegado el día le prohibió comer, apenas tomar agua...por suerte el hermoso vestido entro en su redondo cuerpo, pero moría de hambre, tanto doña Flor como el ama de llave no la dejaron entrar a la cocina siguiendo las órdenes de su madre. Anduvo merodeando por los pasillos a ver si tenía la oportunidad de robarse algún bocadillo, pero no tuvo éxito.

Al final se rindió, escapo a uno de los salones con su estómago gruñendo, en media hora comenzaría la boda, prefirió sentarse en unos de los enormes sofás, ya rendida, miraba con resignación la entrada, casi delirando del hambre, hasta escuchar unos pasos que cada vez se hacían más fuertes. Apareció ante sus ojos, un joven alto, atlético, su cabello castaño claro hacia juego con sus ojos color miel, su esmoquin n***o le quedaba perfecto.Se le acercó con agrado.

—Hola, pequeña... ¿qué haces aquí tan sola?.—Era un encanto, lo miró con dulzura.

—Mamá se casa hoy.

—¿Eres Alexa la hija de Cecilia?, osea mi hermanita.

—¡Si!. — Respondió con timidez, no quería ser su hermana, aunque aún no entendía porque.

—Mi nombre es Michael y estoy feliz de conocerte.—Se notaba su sinceridad, estaba muy a gusto con el, hasta que el estómago gruñó con descaro...este la miró asombrado.

—¿Tienes hambre? — Confirmó haciendo un movimiento afirmativo con la cabeza.

Salió del salón por unos minutos, pronto estuvo de regreso, traía una pequeña cajita rosa, en su interior habían dos donas cubiertas de chocolate, no dudo en tomarlas.

—Esto te ayudará aguantar hasta el banquete, no pude conseguir algo más sano.—Agarró uno de sus enormes cachetes y los pellizco suavemente, me abrazo para luego marcharse...estaba tan feliz de conocerlo, no le quitó la vista hasta desaparecer ante sus ojos por el umbral de la puerta, sin duda el conocerlo fue lo mejor que le pudo haber pasado. En un principio no estaba tan feliz de cambiarse de casa, pero ese chico había transformado su pensar.

Lo peor que pudo hacer, fue comerse las donas, en un descuido, manchó el vestido color lila de chocolate, cuando su mamá bajo por las escaleras vestida de novia casi se desmayó, al ver el vestido sucio...la única opción fue encerrarla en la habitación, desde la altura pudo ver su boda por la ventana, aunque lo más adorable ante sus ojos, era Michael, ahora su hermanastro.

Con el pasar de los años sus sentimientos no fueron cambiando, las hormonas acrecentaban cosas mayores, la ilusión tierna e inocente ya para sus 15 años se volvió en un despertar de deseo, se levantaba sudorosa, sintiendo contracciones en sus partes íntimas, luego de esos gloriosos sueños húmedos que solía tener casi todas las madrugadas con el...Solía visitarlos casi todos los días, siempre le traía regalos, en ocasiones se quedaba a dormir en la casa, en esos momentos aprovechaba para entrar a su habitación a espiarlo...obvio, siempre fue cuidadosa, sus sentimientos estaban bien resguardados...con el tiempo había aprendido a disimular, más cuando Michael les presentaba una novia diferente cada verano, moría de celos pero forzaba una sonrisa, hasta poner cualquier excusa tonta para huir.

Es difícil saber que el amor de tu vida es tu hermanastro, osea un imposible, no llevaban la misma sangre, pero ya estaban emparentados, es mal visto en nuestro círculo social...otro dato, el siempre la habia tratado como su hermanita menor, incluso, la presentaba a sus amigos como tal, ¿qué pensaría si supiera sobre sus sentimientos?, sin duda no estaba preparada para ver su reacción.

La agonía cesó un poco a los 17 años, se mudó a europa por cuestiones de estudios, estaba esperanzada con la idea de cambiar de aires, conocer otros horizontes le podía ayudar a olvidar, quizás el conocer a un chico apuesto que sanará su obsesión.

En sus cuatro años en el exterior estudiando arte solo tuvo una relación, duró apenas 2 meses, Manuel un chico alto y rubio, bastante agradable pero incompatible con su corazón, solo alcanzaron a intercambiar unos besos insípidos, no sentía nada ante su contacto...se suponía que debía sentir un fuerte deseo desbordante, mariposas en el estómago, las piernas flojas...pero no sentía absolutamente nada, de una terminó la relación y quedaron como amigos.

Al cabo de 4 años termino sus estudios y como era de esperarse sus padres fueron, para su desilusión Michael nunca llegó, le preguntó las razones a sus padres, pero seguido se arrepintió, la peor de las noticias salió de sus labios. Se casaba en una semana.

Su mundo se desplomó, tuvo que salir del salón de eventos para tomar aire...lo que tanto temía estaba a punto de pasar, se casaría, acaso era tonta se regaño así misma, era un hombre guapo, exitoso, en los últimos años se habia convertido en el presidente del conglomerado Longoria Santini, las mujeres le llovían por monton, aparte a sus 32 años estaba en edad de casarse. ¡Maldita sea!, pateo una piedra del jardín, lo mejor era darse por vencida claro no sin antes pecar en secreto.

Sin duda no estaban moralmente correctos, sus sentimientos, solo tenía que planear un encuentro, solo una noche le bastaba para matar su agonía y olvidarse de el.