Un sábado infernal le esperaba, quiso volver a su habitación y encerrarse todo el día cuando divisó dos parejas desayunando como si no hubieran pasado una madrugada terrorífica, ella apenas pudo abrir los ojos, el hambre fue su despertador...sin duda últimamente su apetito estaba voraz, tenía que encontrar una forma de controlarse. Saludo a todos y se sentó en la mesa, casi no le prestó atención a ninguno y se dispuso a degustar de la comida, al subir la vista noto el rostro asombrado de Fedora, esta y su madre se miraban en complicidad como si hablaran por telepatía. Por suerte no se atrevieron a decir nada, comió como si tuviera un dragón dentro...su padrastro y Michael leían unas revistas de negocios, sin embargo este último no podía evitar darle sus vistazos discretos, ella se perca