—Después de haber asesinado al canciller, ¿qué hiciste?
—Devolví la carroza a ese hombre, siempre en el Campo de las Flores, y este me dio el documento para sustituir al otro durante mi turno.
—¿Sabes leer?
—Sí, me enseñó un tío que era sacerdote.
También por esto le habían encomendado ese último encargo:
—¿Pero cómo conseguiste encontrar tan rápidamente el acta?
—El hombre me dijo que los documentos se archivaban por año y que buscara 1519.
Esto me hizo sospechar todavía más del exjuez Rinaldi.
Entretanto me había venido una idea a la cabeza: al haber un espía en uno de los turnos de guardia, ¿no debía haber tal vez uno en el otro? Si no fuera así, las noticias serían solo parciales. Como si estuviera seguro de ello, le pedí el nombre al investigado.
—Rolando Ceccaccini —confesó.
