Había sido Mary la que había obtenido una respuesta, pero no del torturador: —¿Gutiérrez? —le había dicho interrumpiendo su propio «nado», un hombre flaco de unos cincuenta años completamente calvo—: ¿Busca al jefe de envíos Gutiérrez? La oficial había asentido con la cabeza y había precisado: —Justamente esperaba encontrar a alguien que le conociera y me lo indicara: debo darle los saludos de una amiga suya de Titán. —Soy su director. Seguro que no le encuentra aquí en la piscina: apesta siempre como un gusano trash del planeta Traverso ese… ¡bah! Creo que le da miedo el agua y me pregunto si se lava alguna vez o nunca —También su mirada indicaba desprecio: tal vez tenía noticias de que se trataba de un asesino. Pero de improviso el rostro del hombre había asumido una expresión circun