- ¡Oh por dios! – me levanto de un salto de mi cama y corro escaleras abajo, cuidando de no caerme y fallando estrepitosamente, pero no le tomo importancia. Me pongo de píe y sigo mi camino a paso apurado. - ¿Qué paso? – volteo hacia todos lados un poco asustada por el grito que pegó mi abuela, y es que esta tranquila señora no levanta la voz si no es por nada grave. - Si, si, iré esta noche, oh espero esté bien – me acerco a acariciar su hombro cuando la veo tan perturbada. Al menos no le ha pasado nada a ella, que susto me lleve. Cuelga el teléfono y se voltea a darme un dulce abrazo que no dudo ni un minuto en responder, ella siempre esta tan calmada y tan determinada que es muy triste verla de este modo, tan alicaída. - ¿Qué paso abue? – beso su frente cuando la acompaño a sentarse