Elena se quedó sorprendida por todo lo que Martín estaba ordenando, al menos en todo eso gastará una gran cantidad de dinero. Ella se acercó a Martín.
—Disculpe, pero yo no puedo pagar por todo eso, no tengo ahorros y para pagar todo eso deberé de pasar trabajando al menos 10 años.
—Siempre y cuando sigas trabajando con nosotros no debes preocuparte por el vestuario, la empresa asume eso como gastos de representación.
El encargado cuando escuchó el pedido de Martín fue en búsqueda de la diseñadora de imagen.
Tomaron las medidas de Elena y fueron en búsqueda de dos trajes, éstos quedaban perfectos a la medida de ella.
Tras coordinar todo, Martín llevó a Elena a un salón de belleza, aquí inmediatamente al ver a Martín lo trataron con respeto.
—Quiero que arreglen el cabello de esta chica, además memoricen bien su rostro.
Todos quedaron viendo a Elena, cuando Martín traía a alguien era porque trabajaría directamente con el señor Wilson.
Elena fue atendida por el mejor estilista del salón. Martín dió unas instrucciones al encargado y luego se retiró. Elena nunca había sido atendida con tanta atención, los salones que ella visitaba eran la casa de su amiga.
Tras dos horas de estar ahí se sorprendió del resultado, era muy diferente a lo que antes se había hecho.
Un chófer entra al salón y se acerca a Elena.
—Debemos irnos, el señor Wilson la espera antes de su regreso a la oficina.
Elena quedó viendo el reloj, marcaba las doce del medio día. Había perdido toda la mañana y aún no ha almorzado.
La llevaron a la empresa y al entrar fue recibida como si fuera una celebridad. Todos se mostraban muy amables con ella, pensaban que era alguna actriz que venía a conquistar al dios griego Ronald Wilson.
Al llegar a su escritorio ella toma asiento y enciende su computadora, pero Martín se acerca a ella.
—Es hora de almuerzo, ve al comedor en el tercer piso, usa este pase temporal, pronto recibirás tu carnet, tienes que estar aquí a las doce con cincuenta, habitualmente debes de traer un café, pero hoy no vendrá temprano.
Elena bajó al tercer piso, se encontraba una gran cantidad de empleados, algunos estaban haciendo fila mientras llegaba su turno.
Alguien del personal de cocina fue directo a Elena.
—Disculpe, está área no es para visitas, solo el personal del grupo.
—No soy visitante, soy la nueva secretaria del señor Wilson, este es mi pase temporal.
La mujer quedó viendo a Elena, su porte realmente demostraba que trabajaba en un cargo superior, pero efectivamente su pase era de presidencia.
—No es necesario que hagas fila, ven.
La mujer llevó a Elena hacía otra parte del comedor, aquí comúnmente comían los cargos superiores y eran atendidos por meseros.
—Toma asiento, le muestras esto al mesero y el tomará tu pedido.
La mujer se retiró y envío a un mesero.
—Me muestra su pase por favor.
Elena mostró nuevamente su pase y fue escaneado, verificando su autenticidad.
El mesero levantó el pedido de Elena, pero estaba preocupada de que no pudiera pagar el almuerzo. Cuando él mesero llegó a dejarle la comida Elena preguntó con disimuló:
—¿Esto no los descuentan o se paga en efectivo?
—Ninguna de las dos, el servicio de comida es asumido por la empresa, lo único que no puede hacer es sacar comida de la empresa.
Elena se quedó sorprendida al escuchar eso, efectivamente este lugar era muy diferente a otros lugares a los que ella aspiró.
Cuando regresó a su escritorio al fin empezó a revisar sus asignaciónes, pero el ascensor se abrió y salió su jefe.
Ronald quedó viendo a su secretaria que era muy diferente.
—Buenas tardes señor Wilson, pensé que vendría más tarde, no tengo listo su café.
—Olvidate de eso, recoge tus cosas.
Elena se quedó quieta al escuchar esa frase, apenas tenía medio día y ya la estaban despidiendo, gastaron en trajes, salones para nada.
—Apúrate, no tenemos todo el día, debemos realizar varias gestiones.
—¿No me está despidiendo? —preguntó Elena.
El rostro de Ronald se torno frío, cualquiera que estuviera cerca sentiría que esa pregunta le ha incomodado.
—¿En qué momento te he dicho que estás despedida?
Elena prefirió no responder y tomó sus cosas.
En el auto.
Todo estaba muy callado, Elena desconocía hacía donde se dirigían, pero cuando el auto iba avanzando, otro vehículo pega en el costado izquierdo del auto de Ronald, en el costado que iba Elena.
El cuerpo de Elena salió empujado hacía Ronald y calló encima de él.
Estuvieron algunos segundos muy pegados, cuando Elena se percató que había ocupado el cuerpo de su jefe como amortiguador, su rostro estaba a excasos centímetros que al de él.
Ronald pudo sentir su aroma y nuevamente sentía algo familiar, ese aroma era tan embriagante y lo había sentido anteriormente.
—Lo siento —dijo Elena y se quitó de encima de su jefe.
El chófer salió a discutir con él conductor, pero este venía ebrio.
Ronald sacó su teléfono y llamó a Martín.
—Envia otro auto.
Aunque Martín no supiera dónde estaba su jefe, tenía que seguir sus instrucciones.
—¿Cómo se llama el perfume que usas?
—Yo... yo no uso perfume, ¿es mi olor desagradable?
—No he dicho eso —Ronald esperaba que vinieran pronto por ellos.
El chófer estaba resolviendo el asunto del choque, el auto en que viajaban era un Rolls Royce Phanthom Personalizado, la reparación no saldría nada barata.
El otro vehículo que llegó fue un Rolls Royce Amethyst Droptail. El chófer se bajó y Ronald subió en el asiento del conductor. Elena se sentía un poco incómoda al ir en el asiento del copiloto, pero el vehículo no tenía más asientos.
Elena pensaba que Ronald no conducía sus propios coches, pero al parecer se equivocó, ya que en cuanto arranco el coche aceleró a gran velocidad. Elena estaba preocupada de que tuvieran otro accidente.
—Señor Wilson, ¿no va demasiado rápido? —preguntó Elena.
No hubo respuesta de parte de Ronald, en cambio el vehículo aceleró más, en pocos minutos llegaron hasta su destino.
—¿Tienes miedo? —preguntó Ronald a Elena.
Ella realmente si tenía miedo, pero negó a su jefe.
Entraron a un edificio, Ronald no se anuncio en la recepción y simplemente fue directo a un ascensor privado, todos los que le veían se apartaban.
Llegaron al piso treinta y uno, la secretaria simplemente se acercó a la puerta de la presidencia y abrió la puerta.
—Señor Wilson, sea usted bienvenido.
—Se directo, ¿firmaras el acuerdo de cooperación o no?
—Yo... Firmaré el acuerdo —el hombre en frente simplemente agachó la cabeza, tomó una pluma y firmó el acuerdo, pero este acuerdo le cedió a Ronald el 40% de la compañía. La empresa estaba en ruinas y Ronald invertirá una gran cantidad de dinero.
Ronald y Elena salieron de esa oficina y se dirigieron de nuevo al ascensor.
Cuando ya estaban adentro Ronald presionó el botón de pausa.
—Señor Ronald, ¿Sucede algo?
—¿Me has estado mintiendo? —preguntó Ronald acercándose a Elena, llegando a estar a escasos centímetros de ella.
—No se a que se refiere señor Ronald.
—Ese olor, esos labios, se que ya los he visto antes, dime, ¿dónde nos hemos visto?
—Señor, yo... yo nunca he estado con ningún hombre, tal vez se está equivocando.
Elena no confesaría que su primera vez estuvo con un hombre y sin poder controlarse, además de que no recordaba nada de ese incidente.
Ronald acercó su rostro al rostro de Elena y suspiro. El olor era muy familiar, pero si no ha estado con él ¿cómo es que ese olor lo embriaga con facilidad?