— ¿Por qué tan impaciente Luciana? —preguntó mi prima Lía. Quité mi vista de la venta del automóvil y la miré, se veía tan vulnerable y hermosa. Recordé que aun no había reído todavía y lo necesitaba. —Tu presencia, es eso, no soporto tu presencia. Debiste quedarte en Colombia y no volver, definitivamente estábamos mejor sin ustedes —ella abrió los ojos sorprendida, segundos después empezaron a llenarse de lágrimas de a poco. Era tan sentimental que me moría. Cuando cayó la primera lagrima empecé a reírme como loca, hace mucho tiempo no lo hacía—. Eres tan fácil de engañar, pero que idiota eres…eres mi prima favorita y te amo tanto como amo mi vida. —No juegues con algo como eso —golpeó mi hombro, casi dejándome una fractura en el. — ¡Mierda Lía! —sobe mi brazo gruñendo—. Manté