Días después.
—La noto muy distante, ¿sucede algo?
Volteé a verlo inmediatamente.
¿Qué me pasaba? Tenía a semejante monumento de hombre frente a mí en una cita, y pensaba en el idiota de Alessandro. Sí que me sucedía algo.
—Mande a investigar a una persona, pero no encontraron suficientes cosas —comenté.
No había quedado satisfecha con la investigación a medias que me habían entregado, no decía prácticamente nada, lo cual no ayudaba. Tenía una terrible curiosidad por ese hombre, tal vez era solo un capricho y se me pasaría con el tiempo, pero mientras tanto quería saber todo lo que se pudiera de Alessandro. Nunca había sido ignorada, y que esa fuera mi primera vez, había despertado algo temporal.
—Tal vez podría ayudarla, el investigador privado del signori Licciardi es mi primo y es el mejor. Puedo pedirle que lo haga.
— ¿Harías eso por mí? —pregunté sorprendida.
—Claro que haría eso por usted —mi ceño se arrugó al escucharlo.
—Deja de tratarme así, por dios Esteban, estamos en una cita y empezando algo, aquí no eres el trabajador de mi papá.
— ¿Estamos empezando algo? —cuestionó rápidamente.
—Si —dije obvia—. ¿Acaso no es así?
—Pensé que era una cita para conocernos poco a poco, y ver con el tiempo que sucederá más adelante.
Pero si es bien romántico, me lo como.
— ¿Algo así como estar en una relación amorosa? ¿Ser novios?
—Mmm, si...eso creo —dijo un tanto inseguro al ver mi seriedad, intimidaba...lo sabía.
—No tengo novios ni nada que implique sentimientos de ese tipo —confesé, apoyando mis codos en la mesa y juntando las manos—. Podemos ser compañeros sexuales con tres reglas. Ambos nos haremos exámenes para demostrarnos que estamos completamente sanos, no le dirás a nadie sobre lo nuestro y ultimo pero creo más importante...sin sentimientos, prohibido enamorarse.
Acababa de salir de Giulio y me daría mi tiempo, en el, aprovecharía para conocer a Esteban y terminar por decidir si era adecuado y lo más importante, si sabría no involucrar sentimientos de por medio.
Siempre después de un periodo de tiempo, lo sentimientos hacia la otra persona empiezan a surgir, a veces involuntariamente, y aunque así lo sea, se deben de frenar, aun mas cuando ya estipularon que quedaban totalmente prohibidos, mis dos relaciones anteriores fracasaron por ello, esperaba que fuera distinto con él.
— ¿Estas consciente de que nos llevamos diez años? —asentí sonriendo—. Tu padre me matara si se llega a enterar.
—Tampoco tan literal, mi papá no sería capaz de matar a una persona, de golpear sí, pero no te matara —por su cara vi que no me había creído.
Susurro un "Sí, claro" sarcástico pero lo deje pasar.
—No dejare que te ocurra nada malo, además soy muy cuidadosa con lo que hago.
—Esto es de locos, que una chica diez años menor que yo me proponga esto es algo inusual...pero excitante.
Sonreí, ya lo tenía.
— ¿Entonces qué dices? —cuestioné, levantándome un poco de la silla, e inclinándome hacia delante para estar cerca al rostro de Esteban.
—Si —susurró viendo mis labios.
No nos hice esperar y lo besé, un escalofrió me recorrió cuando nuestras lenguas se encontraron, este hombre besaba como los Dioses, era el mejor beso que habían dado hasta ahora.
Me separe con una sonrisa que fue borrada cuando vi detrás del, ahí estaba, era él.
Alessandro Rizzo estaba a dos mesas más atrás perforándonos con la mirada mientras una mujer a su lado le hablaba. Sonreí arrogante al atraparlo viéndonos. Pensé que retiraría la mirada pero no, no lo hizo. Guiñe un ojo sonriendo para después retirar mi mirada, no se merecía mi atención en estos momentos.
Me acomode en el asiento, y continúe deleitándome de nuevo con la deliciosa carne que servían en este restaurante. Cuando note que Esteban se había mantenido muy callado lo mire.
— ¿Estabas coqueteando con otro tipo en mi presencia? —inquirió entre incrédulo y enojado.
Odio los celos.
—No, no haría algo como eso —bebí un poco de mi vino—. Alessandro Rizzo, así se llama el hombre al que tu primo investigara. Quiero saber todo sobre él y su familia.
—Ok, mañana empezara. Pero, no quiero que coquetees con hombres cuando estemos juntos.
—Para mí no es un coqueteo, y nunca coquetearía con ese hombre —aclaré, ¿Eso era un coqueteo? ¿Pensaría eso también Alessandro? Dios, que vergüenza.
—Yo también tengo reglas —asentí e hice una seña para que continuara—. Exclusividad. Tú no puedes estar con nadie más y yo tampoco.
— ¿Sabes lo que pienso al tu decirme eso?
—No, ¿Qué?
—Que soy una perra —sus ojos se abrieron y empezó a negar—. Esto solo lo he hecho dos veces, tu serias el tercero. No me gusta estar con cualquiera y es por eso que lo hago, me siento en confianza y a salvo, además son personas que conozco muy bien.
—No tienes por qué decirme todo eso, yo lo siento, no quería que lo malinterpretaras...de verdad.
Me encogí de hombros despreocupada, termine de comer y me levante.
—Fue una linda cita, ahora tengo que irme.
Le lance un beso y salí de aquel restaurante. Cuando ya estaba afuera estuve tentada en regresar y pedirle que me llevara a casa, pero no, no podía. Ahora tenía que ir al edificio de Dalila por mi automóvil.
Odiaba tener que hacer esto siempre que tenía una cita, pero más odiaba que mi padre fuera tan controlador conmigo. Tantas prohibiciones lo único que hacían era que quisiera probar todo lo de este maldito mundo y sentirme por fin libre. Estaba oprimida, y nada bueno saldría de esto.
Empecé a caminar mientras tatareaba una canción, ya pasaban las nueve y media de la noche. Las calles estaban solas por estos lares, el vandalismo había incrementado y las personas por precaución no salían a estas horas.
—Un par de cuadras y llegaré sana y salva —susurré para mí misma.
— ¿Sana? —Preguntaron detrás de mí con una voz profunda y atrayente—. Yo creo que no.
Me empujaron hacia un lado, chocando contra la pared. Me trague un jadeo al sentir el dolor en mi espalda por el impacto, su mano agarró mi cuello donde apretaba cada cierto tiempo.
Pero que violento este sujeto.
El sujeto sacó un arma con su otra mano, apuntándome con ella en la frente.
— ¿Qué quieres? —intentaba averiguar quién era, pero el pasamontañas que llevaba no lo permitía.
—Deja de querer escarbar y saber cosas que fueron hace mucho tiempo enterradas.
—No entiendo —mentí, este hombre era Alessandro. La única persona que había mandado a investigar era a él.
Dalila tenía razón, ¿Por qué no le hice caso?
—La próxima vez que lo hagas te matare Luciana.
—Pues te ahorrare el tiempo...hazlo, porque seguiré buscando sobre ti Alessandro Rizzo —se quitó el pasamontañas, mirándome con un verdadero odio.
—Eres una estúpida niña, aléjate de mí si no quieres salir herida.
— ¿Por qué me ignoraste aquel día? —cuestioné enfadada—. ¿No te enseñaron tus padres que es de mala educación?
Su agarre en mi cuello incremento cortando mi respiración de a poco.
¿Acaso había dicho algo malo?
—No te permito que nombres a mis padres en esa boquita de niña rica.
— ¿En-Entonces me odias porque soy rica?, ¿Qué culpa tengo yo?
Bajo el arma hasta mi cuello y aflojo su agarre de este, sus ojos se mantenían fijos en los míos. Acerco su rostro, provocando que nuestras respiraciones se mezclaran, su respiración era pausada y tranquila, lo opuesto a la mía.
Se sentía bien estar cerca de él aunque estuviera apuntándome con un arma que, hay que señalar, aún tenía el seguro, se sentía bien.
—Solo aléjate —susurró, desviando su mirada a mis labios.
—Lo siento, acabo de quedar con mi chico que seré exclusivamente para él —frunció su ceño y alejo su rostro rápidamente—. Ahora sé que no soy indiferente para ti, me mandaste a investigar, y por eso supiste donde estaba. Invitaste a cenar a una de las tantas admiradoras que tienes para que no te vieras sospechoso, fingiste escucharla cuando lo único que hacías era mirarme, es muy acosador de tu parte, ¿Sabes? Por otro lado, deseaste ser el chico con el que me besaba y eso te enojo, tanto que por eso estas aquí haciéndote el rudo conmigo. Pudiste advertirme en la universidad, pero no, decidiste aparecerte aquí y perseguirme. ¿En dónde quedo tu pobre acompañante?
—Aparte de estúpida una loca lunática.
—Pude ser tu lunática —sonreí, tirándole un beso. Hizo un gesto de asco haciéndome reír.
— ¡Deberías de estar suplicándome por tu vida! —apretó nuevamente el agarre. Esto ya me estaba cansando—. Deja tus tonterías conmigo niñita.
— ¡Tu déjate de ser el malo conmigo, papasito!
—Solo aléjate —me soltó, guardando su arma y empezando a caminar devuelta al restaurante.
Su cuerpo estaba tensionado, se veía demasiado molesto.
— ¡Para la próxima no olvides quitarle el seguro al arma! —grité, cuando ya estaba un poco lejos. Se giró de inmediato y arranque a correr por mi vida.
¿Por qué rayos dije eso?
[...]
Entre sigilosamente a la casa y todo estaba oscuro, un suspiro de alivio broto de mí.
—Te salvaste —susurré para mí misma.
Continúe caminando lentamente por el pasillo, se sentía como si nunca llegaría, eso era lo malo de vivir en una casa terriblemente grande, te tardabas un siglo en llegar si quiera a las escaleras.
Cuando mis pies tocaron el primer escalón todas las luces se encendieron y una gruesa voz se escuchó detrás de mí. Grite como una completa demente y subí rápidamente los escalones.
— ¡Luciana detente, soy yo! —gritaron detrás de mí.
— ¡No, no eres tú! ¡Eres un demonio que tomo la forma de mi hermosísimo padre!
—Luciana —gritó de nuevo, pero no me detuve, no era una suicida para hacerlo. Continúe subiendo las escaleras lo más rápido que podía.
— ¡Te reprendo! —vociferé.
Llegue hasta mi cuarto y cerré con llave. Me recosté en la puerta intentando controlar mi agitada respiración, era una jodida loca y tendría problemas por eso mañana.
—No importa —sonreí tirándome a mi cama—. Tendré que inventarme una muy buena excusa para que me crea.
"Papá, un indigente se me atravesó en el camino, no lo atropelle, pero debido a que casi lo hacia lo invite a comer" —Muy inventado.
"Casi me robaban y mataban, si no fuera por un buen hombre mañana estarías recibiendo un cuerpo sin vida" —Muy dramático.
"Se me paso el tiempo, sabes que cuando estoy con Dalila nos olvidamos de todo" —Muy romántico, pero creíble.
—Sí, esa será.